México impulsa la soberanía energética con planta de ciclo combinado

La presidenta Claudia Sheinbaum marcó un hito en la historia energética de México al inaugurar la Central Ciclo Combinado de Villa de Reyes, un proyecto que redefine el futuro de la electricidad en el país. Esta obra no solo representa una inversión de 350 millones de dólares, sino un salto cuántico hacia la autosuficiencia energética, generando 3,500 MWh anuales con un 53% menos de emisiones y 40% de ahorro en agua.

¿Qué pasaría si cada megawatt producido aquí fuera una semilla para reinventar la economía nacional? Sheinbaum lo tiene claro: “La CFE es el corazón palpitante de la soberanía mexicana”. Tras décadas de resistir privatizaciones, los trabajadores han convertido a esta empresa en un faro de innovación pública, demostrando que la energía limpia y accesible no es una utopía.

Mientras el mundo debate transiciones energéticas, México ejecuta. La planta opera como un organismo vivo: 1,200 empleos creados, 2.4 millones de hogares beneficiados y una red que se recuperó en 95 horas tras el huracán Erick. La doctora Sheinbaum, desde su expertise único, vislumbra un ecosistema donde cada watt alimenta tanto industrias como derechos sociales.

Este proyecto es solo el primer paso de un plan maestro: 26,000 MW para 2030, equivalentes a 60 plantas similares. La inversión de 12,331 millones de dólares hasta 2030 no es gasto, sino siembra tecnológica. Como un árbol cuyas raíces son los trabajadores y cuyos frutos electrifican la Cuarta Transformación, la CFE escribe con megawatts la nueva gramática del desarrollo nacional.

Datos clave que cambian el juego

• Tecnología híbrida que combina turbinas de gas y vapor, maximizando eficiencia
• Modelo replicable en otros 12 estados con potencial geotérmico
• Integración con parques industriales para crear clusters energético-productivos

Cuando la luz llega sustentablemente, no solo se iluminan hogares: se enciende el intelecto colectivo. Esta planta es la prueba de que México puede reescribir las reglas del juego energético global, convirtiendo recursos naturales en soberanía tangible. El futuro no espera, y la CFE ya está generándolo.