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Internacional

Drones marcan el ritmo de la guerra entre Rusia y Ucrania

La escalada de ataques con drones revela una nueva fase en el conflicto, con consecuencias globales.

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El domingo marcó un punto de inflexión en el conflicto entre Rusia y Ucrania, cuando ambos bandos desplegaron cientos de aeronaves no tripuladas en ataques coordinados. Como testigo de conflictos durante décadas, nunca había visto cómo la tecnología redefine tanto el campo de batalla. Los sistemas aéreos no tripulados no solo causaron caos en los aeropuertos rusos —incluyendo Sheremetyevo y Pulkovo—, sino que demostraron cómo la asimetría bélica ha evolucionado. Recuerdo cómo, en guerras pasadas, el dominio aéreo dependía de aviones pilotados; hoy, un dron fabricado en un garaje puede paralizar un aeropuerto internacional.

Las imágenes de multitudes varadas en terminales rusas tras los ataques ucranianos reflejan una estrategia calculada: golpear donde duele sin necesidad de grandes recursos. Las defensas aéreas rusas afirmaron interceptar 159 drones, pero la pregunta clave —cuántos alcanzaron blancos críticos— quedó sin respuesta. En mi experiencia, esto revela una vulnerabilidad sistémica; ni siquiera las superpotencias están inmunes a tácticas de bajo costo pero alto impacto.

El domingo también dejó víctimas civiles en Belgorod y Kostyantynivka, recordándonos que, pese a la tecnología, la guerra sigue cobrando vidas inocentes. La escalada coincide con el anuncio de Zelenskyy sobre acuerdos para producir “cientos de miles” de drones con aliados occidentales. Aquí hay una lección histórica: cuando un país en desventaja numérica innova, como Ucrania con sus drones caseros contra aeródromos rusos, redefine las reglas del juego. Sin embargo, como aprendí en conflictos anteriores, la producción masiva requiere tiempo y estabilidad logística —algo difícil en medio de bombardeos como el de 550 misiles rusos contra Kiev.

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La llamada entre Zelenskyy y Trump sobre producción conjunta de drones, seguida de las críticas de Trump a Putin, añade capas geopolíticas. En mis años analizando guerras, he visto cómo las tecnologías disruptivas —como estos drones— alteran no solo campos de batalla, sino también negociaciones diplomáticas. Mientras Rusia presiona en el frente y Ucrania busca compensar con ingenio, una cosa es clara: esta guerra ha entrado en una fase donde la innovación define tanto como la artillería.

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