La comedia dorada de los divorciados felices en el yate de Bezos

En un giro argumental que ni Netflix habría osado escribir, los recién divorciados Katy Perry y Orlando Bloom demostraron al mundo que el amor se acaba, pero las conexiones profesionales (y los yates de oligarcas) son eternos. Mientras los plebeyos discuten custodia en juzgados de familia, esta pareja posmoderna resuelve sus diferencias entre champán y selfies con el hombre que privatizó el espacio.

Testigos no remunerados (también conocidos como paparazzis) capturaron el emotivo momento en que la expareja coordinó sus trajes de baño como metáfora involuntaria de su perfecta sincronización para mantener las apariencias. La pequeña Daisy, de cuatro años, recibió valiosas lecciones sobre cómo heredar un planeta en llamas con estilo.

El yate Koru de Bezos, monumento flotante a la desigualdad, sirvió de escenario para esta farsa donde todos ganan: los medios obtienen clicks, los magnates validan su relevancia cultural y nosotros, el público, la confirmación de que el capitalismo tardío es el mejor guionista de tragicomedias.

Expertos en relaciones públicas coinciden: nada dice “priorizamos a nuestra hija” como dejarse fotografiar en un palacio móvil cuyo costo equivaldría a resolver la crisis hídrica de tres países africanos. La próxima temporada de esta telenovela global promete más lecciones sobre cómo los superricos reinventan el concepto de “familia disfuncional”.