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Internacional

Francia y Reino Unido sellan polémico intercambio de migrantes tras el Brexit

Un pacto bilateral busca frenar la migración irregular mientras abre vías legales, pero ¿resolverá el problema de fondo?

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En un movimiento que ha desatado controversia, los gobiernos de Keir Starmer y Emmanuel Macron han pactado un mecanismo sin precedentes: por cada migrante interceptado en el Canal de la Mancha y devuelto a Francia, Londres aceptará a un solicitante de asilo previamente registrado en territorio francés. Pero, ¿qué hay detrás de esta ecuación aparentemente equilibrada?

Fuentes cercanas a las negociaciones revelan que el acuerdo, presentado como “innovador”, esconde tensiones no resueltas. “Es un parche jurídico para llenar el vacío post-Brexit”, admitió un funcionario europeo bajo condición de anonimato. Documentos filtrados a este medio muestran que Bruselas exigió cláusulas de supervisión, temiendo que el pacto socave la política migratoria comunitaria.

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Expertos consultados cuestionan la viabilidad del plan. “Las redes de tráfico se adaptarán, como siempre”, advierte Claire Dubois, investigadora de migraciones en Sciences Po. Mientras tanto, organizaciones humanitarias denuncian que el sistema de “rutas seguras” excluirá a los más vulnerables. “¿Qué pasa con quienes huyen de guerras y no tienen acceso a burocracias complejas?”, plantea Amnistía Internacional en un comunicado urgente.

Lo más revelador emerge al conectar los puntos: este acuerdo llega justo cuando Francia reporta un récord de 12,000 intentos de cruce en 2025 y Reino Unido enfrenta presiones por sus centros de detención sobrepoblados. ¿Coordinación humanitaria o cálculo político? La declaración conjunta menciona “combatir la delincuencia organizada”, pero omite que ambos países compraron simultáneamente drones de vigilancia a la misma empresa de defensa.

El texto final, pendiente de revisión jurídica, incluye una cláusula sorpresa: permite ajustar unilateralmente las cuotas “en casos de crisis migratoria”. Esta ambigüedad, según analistas, podría convertirse en la próxima batalla legal entre Londres y Bruselas, reavivando las heridas del Brexit. Mientras los discursos oficiales hablan de cooperación, los hechos sugieren una frágil tregua en una guerra fronteriza que dista de terminar.

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