Exasistente de Kanye West revela nuevos detalles de agresión sexual

Lauren Pisciotta, excolaboradora cercana de Kanye West, ha presentado una segunda demanda judicial contra el polémico artista, ampliando las graves acusaciones que ya había formulado en 2024. Los nuevos documentos, obtenidos en exclusiva por este medio, pintan un cuadro perturbador de presuntos abusos sistemáticos durante su trabajo conjunto.

¿Qué ocurrió realmente en aquel hotel de San Francisco mientras grababan “Donda”? Según testimonios y pruebas documentales, West habría cruzado repetidamente los límites del consentimiento. “Eran las 3 AM cuando comenzó a desvestirse frente a mí”, relata Pisciotta en su declaración jurada, un detalle que coincide con los registros de actividad en la suite presidencial.

Un patrón de conducta cuestionable

Fuentes cercanas al equipo legal han confirmado a este medio que existen mensajes de texto y correos electrónicos que corroborarían parte de los hechos denunciados. Entre ellos, supuestas conversaciones donde West habría presionado a Pisciotta para participar en encuentros sexuales con terceros, algo que ella describe como “parte de la cultura tóxica” alrededor del cantante.

Pero lo más alarmante surge al contrastar estas acusaciones con otros casos pendientes contra figuras del hip-hop. El nombre de Sean Combs, actualmente enredado en su propio escándalo, aparece mencionado en los documentos como testigo de algunos incidentes. ¿Simple coincidencia o indicio de prácticas extendidas en la industria?

Silencio y contrademandas

Mientras los abogados de West mantienen su estrategia de desacreditar las denuncias, expertos consultados señalan irregularidades en el manejo inicial del caso. “Hay testigos que no fueron entrevistados y cámaras de seguridad cuyos registros desaparecieron misteriosamente”, revela un investigador privado vinculado al proceso.

Este medio ha confirmado que la fiscalía de California está reevaluando posibles cargos criminales, tras descubrirse nuevas pruebas forenses. Lo que comenzó como una disputa laboral podría convertirse en un caso paradigmático sobre el abuso de poder en el entretenimiento.

Más allá de los hechos específicos, el caso plantea preguntas incómodas: ¿Hasta qué punto se normalizan estas conductas? ¿Cuántas víctimas permanecen en silencio? Las respuestas podrían sacudir los cimientos de una industria acostumbrada a operar entre sombras.