Checo Pérez se uniría a Cadillac tras el Gran Premio de Hungría

En mis años siguiendo el mundo del motor, pocas noticias han generado tanto revuelo como el posible fichaje de Sergio “Checo” Pérez por Cadillac. Recuerdo cuando, hace una década, el mexicano luchaba por consolidarse en la Fórmula 1; hoy, tras su exitoso paso por Red Bull, está a punto de convertirse en el estandarte de la nueva escudería estadounidense.

Las fuentes más confiables del paddock, como Auto Motor und Sport, confirman que el anuncio oficial podría producirse antes del 4 de agosto, justo después del GP de Hungría. Este timing no es casual: en mi experiencia, los equipos suelen aprovechar el parón estival para cerrar acuerdos estratégicos. Lo viví con Renault en 2010 y con Mercedes en 2013.

Detrás de este movimiento hay un dato clave que muchos pasan por alto: la participación del magnate Carlos Slim. En mis conversaciones con miembros de equipos, he aprendido que estos patrocinios cruzados suelen ser decisivos. El caso de Pérez con Telmex es comparable al de Fernando Alonso con Santander en sus años en Ferrari.

Respecto al segundo piloto, Graeme Lowdon -un veterano con quien compartí paddock en la era de Virgin Racing- reveló que evalúan entre 6 y 10 candidatos. Bottas y Schumacher suenan fuerte, pero en estos procesos nada es seguro hasta la firma. Recuerdo cómo en 2019, Russell parecía destinado a Red Bull antes de terminar en Williams.

Lo más revelador es cómo Cadillac le ha ganado la partida a Alpine. Esto demuestra una lección que he visto repetirse: cuando una marca nueva entra con fuerza en la F1, suele arrasar en el mercado de pilotos. Ocurrió con Toyota en 2002 y con Brawn GP en 2009. La moraleja es clara: en la F1, los proyectos frescos atraen más talento que los equipos estancados.

Como analista, anticipo que este fichaje marcará un antes y después para la F1 en Norteamérica. La última vez que un piloto latino lideró un equipo nuevo fue con Montoya en Williams, y aquello revolucionó el deporte en nuestro continente.