Sinaloa intensifica operativos con más tropas y patrullas ante la violencia persistente

El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, rompe el silencio y confirma lo que muchos sospechaban: la violencia, especialmente los homicidios dolosos, sigue siendo un cáncer sin cura. En lugar de esconderse detrás de discursos triunfalistas, admite crudamente que la percepción de inseguridad paraliza a la sociedad. ¿La solución inmediata? Un parche militar: 500 soldados más se desplegarán en el estado, sumando así 10,000 efectivos federales en territorio sinaloense.

Pero aquí está el dilema: ¿realmente más botas en el suelo resuelven el problema? Las estadísticas muestran cierta reducción en secuestros y robos de vehículos, pero la violencia sistémica persiste. La presidenta Claudia Sheinbaum intenta dar un giro estratégico: el Gabinete de Seguridad Federal sesionará cada 15 días en Sinaloa para diseñar operativos “a la carta”. ¿Será suficiente o solo burocracia en movimiento?

Mientras tanto, el dinero fluye. Más de 600 millones de pesos no etiquetados se inyectan en seguridad, junto con 100 patrullas nuevas para la Policía Estatal y una modernización del sistema C4i. Pero, ¿y si el problema no es la falta de recursos, sino su distribución? Ricardo Jenny del Rincón, Secretario Ejecutivo de Seguridad, anuncia otras 76 patrullas para municipios, algunas incluso adaptadas para playas y zonas serranas. ¿Innovación táctica o dispersión de esfuerzos?

La pregunta disruptiva aquí es: ¿Estamos atacando los síntomas en lugar de la enfermedad? Mientras las licitaciones públicas se multiplican para comprar vehículos y equipos, ¿qué pasa con las estrategias de inteligencia, reinserción social o combate al lavado de dinero? Sinaloa necesita más que parches: una revolución en su modelo de seguridad. ¿Será este el momento de repensarlo todo?