La industria mexicana desafía la incertidumbre con estrategias innovadoras

La posible imposición de un arancel del 30% a las exportaciones mexicanas por parte del gobierno de Donald Trump podría ser solo un movimiento estratégico en el tablero geopolítico, según análisis de la Concamin. Alejandro Malagón, líder del organismo, sugiere que esta medida es más una táctica de presión que una política definitiva, y anticipa negociaciones ágiles para reducir su impacto.

¿Y si, en lugar de resistirnos a la incertidumbre, la convertimos en un catalizador para reinventar nuestra industria? Malagón plantea que la volatilidad comercial podría ser la chispa que impulse a México hacia una transformación industrial, optimizando cadenas de suministro y diversificando mercados. La clave: adoptar un enfoque proactivo en lugar de reactivo.

Más allá de los aranceles, el verdadero desafío radica en repensar nuestra autosuficiencia energética. Aunque la CFE asegura tener reservas suficientes, ¿por qué no acelerar la transición hacia energías renovables y modelos descentralizados? Sectores como el acero o el vidrio, dependientes de hornos continuos, podrían liderar esta revolución con tecnologías limpias y almacenamiento innovador.

La resiliencia industrial no se trata de sobrevivir a las crisis, sino de emerger más fuertes. Imagina un escenario donde las empresas mexicanas no solo evitan paros, sino que exportan excedentes energéticos gracias a microredes inteligentes. Este es el momento de cuestionar lo establecido: ¿y si los aranceles son la oportunidad para dejar de ser el patio trasero y convertirnos en el laboratorio de innovación de América del Norte?

Mientras otros ven amenazas, la visión disruptiva propone hackear el sistema: desde acuerdos de economía circular que eludan restricciones comerciales hasta alianzas tecnológicas que rediseñen las reglas de origen. El futuro no se negocia, se construye.