Conéctate con nosotros

Espectáculos

Alejandra Guzmán convierte escándalos en ovaciones con su Brilla Tour

La diva del rock mexicano convierte polémicas en combustible para su incendiario espectáculo.

Avatar

Publicado

en

Ni ángel ni demonio: Alejandra Guzmán es un fenómeno sociológico disfrazado de estrella de rock. A sus 57 años, esta fuerza de la naturaleza no solo electriza escenarios, sino que también ofrece un magistral curso de relaciones públicas: transformar cada chisme sobre su vida en material para coreografías.

En la Arena Monterrey, templo del consumismo cultural, la autoproclamada “Mala Hierba” regó con ironía los rumores sobre su supuesta recaída etílica. “¡Qué ching… les importa!”, rugió ante 9,500 almas crédulas que pagaron por ver cómo una leyenda convierte sus crisis en monedas. El truco es simple: llamarse “el diablo” mientras se depositan cheques con seis ceros.

El Brilla Tour resultó ser un manual de supervivencia celebritaria: luces neón para cegar miradas indiscretas, coristas como cortinas de humo y 36 años de experiencia en vender rebeldía empaquetada. Desde “La Plaga” hasta “Eternamente Bella“, cada canción fue un recordatorio: en el circo del espectáculo, los trapecistas mejor pagados son los que simulan caer sin estrellarse.

Anuncio

La mención a Silvia Pinal (“el show debe continuar”) reveló la fórmula dinástica: heredar el gen del drama convertido en commodity. Mientras el público coreaba “Volverte a Amar“, Guzmán demostró que en México, la redención se cotiza en streams y llenos totales.

Su consejo final (“no hagas feliz a los demás”) sonó a confesión corporativa: la industria musical no compra almas, las alquila. Y eso, queridos críticos, no es un escándalo: es el capitalismo en su versión más bailables.

Anuncio
Anuncio

Ultimas Publicadas

Anuncio

Lo mas visto del día