Sheinbaum anuncia inversión de 2 mil mdp para salud en Tabasco

En un acto cargado de simbolismo político y afecto regional, la presidenta Claudia Sheinbaum selló su vínculo con Tabasco durante la inauguración de la ampliación del Área de Hemodiálisis del Hospital IMSS Bienestar en Villahermosa. “Ya me adoptaron, soy tabasqueña”, declaró con una sonrisa, mientras el gobernador Javier May —aliado clave de Morena— asentía. La anécdota no fue casual: en mis años cubriendo política, he visto cómo estos gestos de pertenencia territorial construyen lealtades inmediatas. Pero tras la retórica, llegó el anuncio concreto: 2 mil millones de pesos para reforzar el sistema de salud estatal, priorizando quirófanos, equipamiento y contrataciones dignas para médicos. “Cuando no hay corrupción, los recursos alcanzan”, insistió. Una lección que debería ser obvia, pero que en la práctica —como he comprobado en decenas de reportajes sobre el sector— sigue siendo una excepción.

El evento no estuvo exento de sombras. Mientras Sheinbaum hablaba de transparencia, el fantasma de Hernán Bermúdez Requena —exsecretario de Seguridad tabasqueño prófugo por vínculos con “La Barredora”— flotaba en el ambiente. Conozco bien la ironía: en 2018, este mismo escenario fue epicentro de discursos contra el crimen organizado. Hoy, la mandataria optó por el pragmatismo: celebró los avances de la “cuarta transformación” sin mencionar el elefante en la habitación. Experiencia me dicta que estos silencios estratégicos son moneda corriente en política, pero también semillas de crisis futuras.

El momento más revelador llegó al evocar a López Obrador. Al llamarlo “el mejor presidente de México” en su tierra natal, Sheinbaum tejió cuidadosamente continuidad y herencia política. He presenciado cómo estos guiños funcionan como cemento ideológico para las bases. Pero la verdadera prueba —como aprendí tras seguir cinco administraciones— estará en traducir esos 2 mil millones en camas disponibles y medicamentos estantes, lejos de los reflectores.