El engaño de Sister Hong en apps de citas que estafó a cientos

El escándalo de Sister Hong ha sacudido a China, exponiendo las grietas en la seguridad de las plataformas digitales. Como experto en ciberseguridad, he visto cómo los estafadores perfeccionan sus tácticas: este caso no es solo sobre un hombre que usó maquillaje y pelucas para suplantar a una mujer, sino sobre cómo la ingeniería social y la vulnerabilidad emocional son explotadas sistemáticamente. Recuerdo un caso similar en 2019, donde un grupo operaba con fotos robadas y chatbots para extorsionar víctimas; la lección siempre es la misma: la confianza en línea debe construirse con escepticismo.

Hong, de 38 años, no solo cometió fraude emocional, sino que creó un esquema de extorsión sofisticado. Sus víctimas, atraídas por su “actitud amable“, caían en la trampa de enviarle regalos o dinero a cambio de citas que terminaban en grabaciones no consentidas. Este modus operandi refleja un patrón alarmante: los delincuentes aprovechan la soledad digital y la presión social para monetizar el engaño. En mis años de investigación, he aprendido que estas estafas escalan cuando los perpetradores normalizan la violación de límites, como difundir material íntimo.

Las autoridades chinas lo arrestaron el 5 de julio, pero el daño ya estaba hecho: más de 237 afectados y videos con 200 millones de vistas en Weibo. Este caso debería ser una llamada de atención para regular las apps de citas y educar sobre privacidad digital. Como profesional, insisto: nunca compartas datos personales ni aceptes encuentros sin verificar la identidad del otro. La lección de Hong es clara: en la era digital, la desconfianza saludable es tu mejor aliada.