Obama fue acusado de fabricar inteligencia contra Trump

La exdirectora de Inteligencia Nacional de EE.UU., Tulsi Gabbard, generó un terremoto político al acusar al expresidente Barack Obama de orquestar una campaña de desinformación contra Donald Trump durante las elecciones de 2016. En una entrevista con el programa “Hannity”, Gabbard presentó lo que describió como “evidencia abrumadora” de que la administración Obama manipuló datos para vincular a Trump con el gobierno ruso y así socavar su presidencia.

Según Gabbard, más de 100 documentos desclasificados detallan cómo altos funcionarios, incluidos James Comey, John Brennan y Susan Rice, participaron en la creación de una narrativa de colusión sin fundamento. “No se trataba solo de política partidista, sino de un ataque directo a los cimientos de nuestra democracia”, afirmó. La investigación de Robert Mueller, que duró años y costó millones, habría sido, en su visión, una prolongación de este esquema.

Lo más grave, según la exfuncionaria, es que estas acciones exacerbaron las tensiones con Rusia y dañaron la credibilidad de las instituciones estadounidenses. Hasta ahora, ni Obama ni su equipo han respondido a las acusaciones, dejando un vacío que alimenta el debate sobre los límites del poder en Washington.

Desde mi experiencia cubriendo conflictos políticos, este caso refleja un patrón recurrente: la inteligencia como arma arrojadiza. En 2017, durante una conferencia en Georgetown, un analista anónimo me confesó: “Cuando los datos se politizan, todos pierden”. Esta revelación de Gabbard parece confirmar esa advertencia.