El negocio de la muerte que dejó 386 cadáveres sin cremar

Ciudad Juárez, Chih. — En un giro tragicómico del capitalismo fúnebre, decenas de dolientes descubrieron que la “eterna paz” de sus seres queridos consistía en apilarse como leña en un almacén. El crematorio “Plenitud”, nombre irónico donde los haya, acumulaba 386 cuerpos sin procesar, convirtiendo el duelo en una grotesca lotería post mórtem.

La protesta, orquestada frente a la funeraria “Latinoamericana”, evidenció el circo burocrático: familias exigiendo justicia a una Fiscalía General de la República (FGR) cuya credibilidad se desvanece más rápido que los restos que nunca fueron incinerados. Norma Patricia Trevizo, viuda desde 2022, resumió el absurdo: Nos vendieron humo literalmente. Pagamos por cenizas que ahora podrían ser cualquier cosa menos nuestros muertos.

El pliego petitorio de los manifestantes leía como manual de supervivencia en el México necropolítico: Exigimos que el Estado deje de tratar a nuestros difuntos como material de relleno sanitario. Entre las pancartas, una destacaba por su crudeza: ¿Dónde está mi esposo? ¿En el horno o en el montón?.

Mientras tanto, las autoridades sanitarias (Coespris) demostraron su eficacia habitual: multaron al crematorio por no tener extinguidor, pero pasaron por alto el pequeño detalle de los centenares de cadáveres en descomposición. La Fiscalía del Estado, por su parte, inició una investigación que promete durar lo que tarda en desaparecer un cuerpo… o una prueba.

Este macabro episodio confirma que en México hasta la muerte es un negocio turbio, donde las únicas cosas que arden son la dignidad y el dinero de los deudos.