Agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) lograron la captura de dos individuos presuntamente vinculados a la banda criminal Los Tanzanios, durante un operativo en la alcaldía Iztapalapa. Según informes oficiales, los detenidos formaban parte de una red dedicada al tráfico de estupefacientes, extorsión y otros delitos graves en la zona oriente de la Ciudad de México.
Los implicados, identificados como Donovan, alias “El Popeye“, de 19 años, y José Antonio, de 43, fueron sorprendidos en el Barrio de San Miguel mientras manipulaban paquetes sospechosos. Durante años, he visto cómo estos grupos operan con audacia, pero esta vez, la vigilancia policial dio frutos. La revisión preventiva arrojó un arsenal de evidencias: 150 bolsas de plástico con cristal, 120 envoltorios de presunta cocaína, marihuana prensada, un rifle con municiones y dinero en efectivo.
Lo más revelador fue el historial de José Antonio, quien exhibía en redes sociales imágenes con drogas y armas, un patrón común entre estos grupos. Tras años en coberturas policiales, sé que estas detenciones son solo la punta del iceberg. Los sujetos quedaron a disposición del Ministerio Público, pero la lucha contra el crimen organizado requiere estrategias más profundas que simples arrestos.
Este caso refleja una realidad que he documentado por décadas: la persistencia de redes que se reinventan. La incautación de teléfonos celulares sugiere conexiones más amplias, un recordatorio de que el problema va más allá de dos individuos. La SSC actúa, pero el desafío sigue siendo sistémico.
 
				 
															 
								 
															















