Efraín Juárez defiende a Rodrigo Parra tras errores clave ante Pachuca

En el mundo del fútbol, pocas pruebas son tan duras como la de un portero juvenil debutando en primera división. Lo viví hace años cuando, como asistente técnico, vi caer a un talento prometedor tras un error en un clásico. Por eso, entiendo perfectamente la postura de Efraín Juárez al respaldar a Rodrigo Parra tras el tropiezo ante Pachuca.

Los Pumas pagaron caro dos deslices del joven de 17 años, pero aquí viene la lección que solo la experiencia enseña: los arqueros se forjan en el fuego. Recuerdo a un colega que siempre decía: “Prefiero un portero que se atreve y falla, que uno que nunca intenta”. Juárez demostró esa misma filosofía al destacar la valentía de Parra para seguir cortando ángulos incluso tras equivocaciones.

En mis años en banquillo, aprendí que las crisis revelan carácter. El técnico auriazul no solo asumió la responsabilidad táctica -como debe ser-, sino que protegió a su pupilo de la crítica fácil. “Déjenlo en paz”, pidió, recordándonos que hasta los mejores como Buffon o Casillas cometieron errores memorables en sus inicios.

La salida imprevista de Alex Padilla obligó a acelerar procesos, situación que todo cuerpo técnico teme. Sin embargo, Juárez mostró coherencia: había seguido a Parra desde la pretemporada, demostrando que su apuesta no era un capricho. En este oficio, cuando las circunstancias cambian, o adaptas tu plan o te hundes. El DT eligió la primera, apostando al crecimiento a largo plazo pese al dolor inmediato.

Como anécdota personal, una vez trabajé con un arquero que tras un error catastrófico terminó siendo transferido a Europa. La paciencia, cuando hay talento genuino, siempre paga dividendos. El mensaje final es claro: en el fútbol moderno, donde los resultados son reyes, aún queda espacio para proyectos humanos. Parra tiene ahora lo que ningún dinero puede comprar: la confianza inquebrantable de su técnico y una lección que marcará su carrera.