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Denuncian trato inhumano a migrantes en centros de detención de Florida

Un informe revela prácticas crueles y negligencia médica sistemática en centros de migrantes de Florida.

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En un espectáculo digno de las distopías más grotescas, el estado de Florida ha decidido que la mejor manera de “proteger” sus fronteras es convertir sus centros de detención migratoria en escenarios de humillación sistemática. Según un informe de Human Rights Watch (HRW), los migrantes son tratados con menos dignidad que los animales en un zoológico de tercera categoría: encadenados, obligados a comer como perros de platos de espuma de poliestireno y privados de atención médica básica. ¿El delito? Buscar refugio en el país que alguna vez se jactó de ser la tierra de la libertad.

El reporte, titulado irónicamente “Sientes que tu vida se acabó”, detalla cómo los detenidos en instalaciones como el centro Krome o el Broward Transitional Center (BTC) sobreviven en condiciones que harían sonrojar a un carcelero medieval. Sin camas, sin duchas, sin privacidad—solo retretes medio cubiertos y zapatos como almohadas. ¿Innovación penitenciaria o sadismo burocrático? El ICE, siempre eficiente en su crueldad, confisca incluso medicamentos vitales como la insulina, convirtiendo la detención en una condena a muerte lenta para quienes padecen enfermedades crónicas.

Pero no todo es desesperanza. ¡Hay un toque de sarcasmo institucional! Cuando las detenidas en Krome suplicaron limpiar un baño cubierto de heces, los guardias respondieron con una promesa vacía: “El personal de limpieza llegará pronto”. Spoiler: nunca llegó. Mientras tanto, las mujeres que osaban llorar o pedir ayuda psicológica eran premiadas con semanas de aislamiento, porque nada cura la depresión como el castigo solitario.

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Y si creías que la negligencia médica era solo un descuido, piénsalo otra vez. En el BTC, una mujer dominicana colapsó, fue hospitalizada y, al regresar en silla de ruedas, anunció que denunciaría a las autoridades. Tres días después, fue deportada. Coincidencia, ¿verdad? Marie Ange Blaise, haitiana de 44 años, no tuvo tanta suerte: murió después de que los guardias ignoraran su emergencia. Pero tranquilos, el ICE tiene un protocolo infalible para estos casos: apagar cámaras y enviar al “equipo de control de disturbios” cuando los detenidos protestan por toser sangre.

Desde que el exmandatario Trump regresó al poder, la población en estos centros ha aumentado un 111%. Con 2,524 migrantes hacinados en instalaciones diseñadas para la tortura psicológica, Florida parece empeñada en demostrar que el “sueño americano” es, en realidad, una pesadilla bien documentada.

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