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Sheinbaum defiende el AIFA ante amenazas de sanciones de Estados Unidos

La mandataria desestima advertencias de EU mientras defiende su polémica decisión aeroportuaria.

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Sheinbaum defiende el AIFA ante amenazas de sanciones de Estados Unidos

En un giro digno de una tragicomedia diplomática, la presidenta Claudia Sheinbaum alzó la bandera de la soberanía nacional mientras desestimaba las advertencias de Washington sobre posibles sanciones al transporte aéreo. “No hemos sido notificados formalmente”, declaró con la serenidad de quien encuentra un aviso de multa debajo del parabrisas pero decide ignorarlo hasta que le llegue por correo certificado.

Durante su ya legendaria conferencia mañanera, la mandataria federal esbozó una defensa tan enérgica como enrevesada del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), esa joya arquitectónica que surgió de las cenizas de un proyecto cancelado y de una consulta popular cuyos resultados fueron tan predecibles como un sorteo de la Lotería Nacional. “¡300 mil millones de pesos ahorrados!”, proclamó, omitiendo mencionar cuántos miles de millones más costó adaptar una base militar para recibir vuelos comerciales.

Las quejas de las aerolíneas estadounidenses —que tuvieron menos tiempo para reubicarse que un pasajero en escala forzosa— fueron recibidas con un encogimiento de hombros digno de un manual de diplomacia disruptiva. “Ya pasó más de un año y medio”, argumentó Sheinbaum, como si el tiempo curara todos los males, incluyendo los sobrecostos logísticos y las franjas horarias confiscadas.

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Mientras tanto, el secretario de Transporte estadounidense, Sean P. Duffy, acusó a México de dejar a las empresas de carga “en la estacada” con una remodelación que, tres años después, sigue siendo tan tangible como los aviones fantasma del aeropuerto de Texcoco. La ironía no podía ser más deliciosa: el mismo gobierno que prometió aliviar la saturación del Aeropuerto Benito Juárez ahora enfrenta acusaciones de haber empeorado el caos.

Al final, el mensaje fue claro: la seguridad (léase: decisiones unilaterales) prevalece sobre los acuerdos bilaterales. Y si alguien protesta, siempre quedará el recurso de convocar una mesa de trabajo interminable, ese lugar donde los problemas van a morir de inanición burocrática.

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