La academia de seguridad que promete transformar a México con humanismo y patriotismo

CIUDAD DE MÉXICO. — En un acto de audacia sin precedentes, el Gobierno federal ha decidido que la solución a la inseguridad crónica del país es, naturalmente, otra academia. Sí, porque nada dice “eficacia” como burocratizar la formación de quienes deberían estar persiguiendo delincuentes en lugar de llenar formularios sobre ética humanista.

La Secretaria Ejecutiva Marcela Figueroa, en un despliegue de optimismo digno de un anuncio de teletón, presentó este proyecto durante la mañanera presidencial. Según ella, esta institución —nacida bajo el cobijo de la nueva Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública— unificará la enseñanza de todo el personal relacionado con la seguridad, desde altos mandos hasta operativos especializados. Porque, claro, lo que faltaba era más uniformidad en un sistema ya de por sí monolítico.

La primera generación, compuesta por 250 agentes de investigación e inteligencia, comenzará en agosto un curso de nueve meses que, según prometen, los convertirá en superhéroes con vocación de servicio. Lo más sorprendente es que, pese a los requisitos —licenciatura, evaluaciones físicas, psicológicas y hasta pruebas poligráficas—, más de 28 mil personas han aplicado. ¿Será el sueldo, la estabilidad laboral o simplemente el deseo de amar a la patria mientras revisan expedientes?

Figueroa aseguró que el objetivo es formar profesionales con visión ética. Porque, como todos sabemos, lo que le faltaba al crimen organizado era que los agentes lo combatieran con humanismo y amor al país. Mientras tanto, los ciudadanos seguiremos esperando que, entre discursos y cursos, alguien se dedique a reducir los índices delictivos… pero al menos lo harán con diplomas.