El Vaticano elogia la resiliencia mexicana ante crimen y desigualdad

Ciudad de México.- En un espectáculo que mezcla la solemnidad de los altares con la crudeza de las estadísticas de homicidios, el secretario de Relaciones Exteriores del Vaticano pronunció un discurso que podría resumirse como: “México está en llamas, pero qué lindas son las cenizas”.

Gallagher, con la precisión de un cirujano que opera con guantes de seda, describió un país donde los cárteles escriben leyes con balas y los políticos las ratifican con firmas de oro, todo mientras la Iglesia ofrece “acompañamiento espiritual” como si fuera un botiquín para curar hemorragias arteriales.

“No venimos a dominar, sino a servir”, declaró el prelado, omitiendo mencionar los siglos en que la cruz y la espada conquistaron continentes bajo ese mismo lema.

El evento, celebrado en la Nunciatura Apostólica –una burbuja de mármol en medio del caos capitalino-, contó con la presencia de diplomáticos que escucharon con atención cómo se elogiaba la resiliencia popular, eufemismo elegante para describir la capacidad de sobrevivir a gobiernos ineptos y patrones explotadores.

La ironía alcanzó su clímax cuando se mencionó a los mártires mexicanos, sin aclarar si se refería a los cristeros del siglo pasado o a los 30 mil desaparecidos de este siglo. “Flores que brotan de la sangre”, poesía macabra para una nación donde las fosas clandestinas son el monumento nacional no oficial.

En un giro tragicómico, el representante papal reconoció el liderazgo mexicano en pacificación regional, justo cuando las caravanas migrantes huyen de la violencia hacia el norte, como si México fuera un bombero que intenta apagar incendios con gasolina.

La declaración final sobre “caminar juntos” dejó una pregunta flotando en el aire acondicionado del recinto: ¿A qué velocidad camina exactamente la Iglesia cuando se trata de devolver bienes eclesiásticos o denunciar a curas pederastas?