América femenil refuerza su plantel tras repetidas derrotas en finales

Tras caer en cuatro de sus últimas cinco finales de la Liga MX Femenil, el América decidió dar un giro estratégico. Como alguien que ha visto decenas de reconstrucciones en el fútbol, puedo decir que este movimiento no es solo necesario, sino urgente. La mentalidad de “siempre segundo” se arraiga como un mal hábito, y romperla exige más que ajustes cosméticos.

El club anunció refuerzos de alto nivel: las defensas Jordan Brewster y Marissa García, junto a la mediocampista Annie Karich (todas estadounidenses), y la delantera Bruna Vilamala, una ganadora nata con palmarés europeo. En mis años cubriendo el balompié femenil, pocas veces vi un fichaje tan simbólico como el de Vilamala: su llegada envía un mensaje claro sobre la ambición del equipo.

Pero lo más revelador es la contratación de 13 profesionales en áreas técnicas, incluida Ana Galindo como asistente y Alexandro “Mostro” Álvarez para porteras. Aquí aplica una lección que aprendí tras ver equipos fracasar: los refuerzos invisibles (preparadores, analistas) suelen marcar la diferencia en los minutos decisivos.

Ángel Villacampa, técnico que acumula tres finales perdidas (dos ante Tigres, una contra Rayadas y Pachuca), sigue al mando. La directora deportiva Claudia Carrión fue pragmática al responder sobre su futuro: “Los juzgadores son los de arriba”. Esta frase resume una cruda realidad del fútbol moderno: los proyectos dependen más de resultados inmediatos que de procesos.

El Clausura 2023, donde vencieron a las Tuzas, demostró que el talento existe. Pero como bien sabe cualquier entrenador veterano, ganar una vez es circunstancial; hacerlo consistentemente requiere estructura. Esta renovación parece entenderlo, aunque el verdadero examen llegará en los clásicos y, sobre todo, en esa quinta final que no pueden dejar escapar.