CDMX avanza hacia la prohibición total de vapeadores y cigarrillos electrónicos

En un movimiento disruptivo que redefine el concepto de salud pública, la Ciudad de México está transformando la prohibición de vapeadores en una oportunidad para reinventar los espacios libres de humo. ¿Podría esta medida radical convertirse en el catalizador para repensar cómo combatimos las adicciones en el siglo XXI?

Las comisiones legislativas han dado luz verde, con consenso absoluto, a reformas constitucionales que no solo equiparan la normativa local con la federal, sino que plantean un desafío audaz: ¿estamos ante el ocaso de la era del vapeo o frente al nacimiento de nuevas formas de consumo subterráneo? La prohibición abarca desde dispositivos electrónicos hasta la comercialización de sustancias sintéticas, trazando una línea roja contra lo que algunos expertos llaman “la pandemia silenciosa de las drogas modernas”.

Esta decisión legislativa, más que una simple restricción, podría ser el primer paso hacia una revolución en políticas de salud. Imaginen un futuro donde los recursos destinados a combatir el vapeo se redirijan hacia innovadores programas de prevención, utilizando realidad virtual para simular los efectos de las adicciones o creando espacios urbanos que disuadan activamente el consumo. La CDMX no solo está prohibiendo; está reimaginando qué significa proteger la salud colectiva en la era digital.

El dictamen aprobado establece un precedente contundente: “Toda actividad relacionada con sistemas electrónicos de administración de nicotina será sancionada”. Pero detrás de esta frase se esconde una pregunta más profunda: ¿estamos legislando contra los dispositivos o contra una cultura del consumo instantáneo que trasciende los vapeadores? La respuesta podría cambiar fundamentalmente nuestro enfoque sobre las adicciones contemporáneas.