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El alcalde de Nogales aprende que halagar a Trump tiene un precio

Un alcalde fronterizo descubre que las palabras tienen consecuencias inesperadas en el juego geopolítico.

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En un giro irónico digno de un manual de realpolitik para principiantes, las autoridades estadounidenses decidieron que el mejor premio para un alcalde obsecuente era… ¡revocarle la Visa! Así le tocó a Juan Francisco Gim, edil de Nogales, quien en junio alabó con entusiasmo circense la política migratoria de Donald Trump, comparándola con “limpiar la casa”.

El pasado 5 de agosto, cuando el presidente municipal intentó cruzar por la garita Dennis DeConcini (nombre que suena a villano de película de espionaje), descubrió que en el Reino del Muro, las adulaciones se pagan con horas de interrogatorio y una bonita tachadura en el pasaporte. ¡Vaya manera de aplicar las nuevas reglas que tanto defendió!

Las fuentes extraoficiales susurran que, entre formularios y miradas gélidas de agentes fronterizos, a Gim se le escapó un “¿Pero no era esto lo correcto?”. Así culmina esta farsa burocrática donde un político aprendió —como en los cuentos morales— que halagar a un mandatario que ve migrantes como cucarachas puede dejarle a uno… ¡sin derecho a pisar el jardín del vecino!

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