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Guadalupe Chavira se postula para presidir el Senado con una candidatura de unidad

Una morenista busca unificar fuerzas para liderar el Senado, pero ¿logrará evitar una pugna interna?

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En un movimiento que podría redefinir el equilibrio de poder en el Senado mexicano, la morenista Guadalupe Chavira de la Rosa ha lanzado su candidatura para asumir la Presidencia de la Mesa Directiva, un puesto actualmente ocupado por el polémico Gerardo Fernández Noroña. Pero, ¿se trata realmente de una estrategia de unidad o hay tensiones ocultas en el grupo parlamentario?

En una entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL, Chavira reveló que cuenta con el respaldo de varios colegas de bancada, aunque admitió que podría enfrentar una elección interna contra las senadoras Laura Itzel Castillo y Verónica Camino. “Si el grupo determina que hay mejores condiciones para ellas, lo aceptaré”, declaró, aunque sus palabras dejan entrever un escenario más complejo.

¿Qué hay detrás de esta aparente disposición al diálogo? Fuentes cercanas al proceso sugieren que la designación no será tan pacífica como se pinta. Documentos internos consultados por este medio muestran que, pese al discurso de conciliación, existen facciones divididas en Morena que podrían llevar a una votación polarizada.

Chavira, con una trayectoria que incluye haber presidido la Mesa Directiva en la ALDF y coordinado mujeres en la campaña de Claudia Sheinbaum, insiste en que su prioridad será “privilegiar el diálogo”. Sin embargo, testimonios de legisladores anónimos revelan escepticismo: “Habla de unidad, pero todos saben que esto es una pulseada por el control”, confesó uno.

El verdadero desafío, según analistas consultados, será evitar que la pugna por el cargo eclipse reformas urgentes. Chavira lo sabe: “El Senado debe ser recordado por sus resultados, no por conflictos”. Pero en un escenario donde las ambiciones personales chocan con los proyectos colectivos, ¿podrá materializar esa promesa?

Lo que está en juego trasciende un simple relevo: es una prueba de fuego para la cohesión de Morena y su capacidad de gobernar sin fracturas. Mientras Chavira se presenta como la opción conciliadora, queda una pregunta en el aire: ¿quién realmente controlará los hilos del poder en San Lázaro?

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