Niña de 12 años muere en ataque armado en Chalco

La madrugada del lunes, Dulce, una menor de apenas 12 años, perdió la vida tras un brutal ataque armado en su hogar de la Colonia San Pablo Atlazalpan, Chalco. Testigos relatan que varios sujetos irrumpieron en la vivienda ubicada en la Calle Reforma, descargando más de 20 disparos que impactaron a la adolescente en la cabeza, torso y abdomen, causándole la muerte casi instantánea.

En mis años cubriendo la inseguridad en el Estado de México, he visto cómo estos hechos siguen patrones tristemente repetitivos: hogares convertidos en escenarios de violencia por disputas entre grupos criminales. Según fuentes locales, los agresores perseguían a un presunto narcomenudista que se refugió en la propiedad, desatando la tragedia. Los abuelos de la víctima, con quienes vivía, sobrevivieron al ataque, pero quedaron marcados por el dolor.

La Fiscalía mexiquense mantiene silencio, mientras circulan versiones contradictorias. Algunos vecinos mencionan que el crimen podría estar vinculado a venganzas entre bandas, otros sugieren un ajuste de cuentas por deudas, recordando el caso del pequeño Fernandito en La Paz. La falta de claridad refleja un problema mayor: la opacidad que rodea estos crímenes y la desconfianza en las autoridades.

Este caso, como muchos otros que he documentado, expone la cruel normalización de la violencia contra menores en zonas marginadas. La impunidad sigue siendo la constante, mientras familias enteras pagan las consecuencias de conflictos ajenos. Urgen no solo respuestas, sino estrategias integrales que protejan a los más vulnerables.