Canasta alimentaria supera inflación y agrava pobreza en México

La Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI), basada en el costo de la canasta básica, registró un alza del 4.3% anual en zonas urbanas y 2.9% en rurales, según datos del Inegi. Este indicador, clave para medir el acceso a alimentos esenciales, superó la inflación general en ciudades, reflejando una presión económica creciente en hogares vulnerables.

En julio de 2025, adquirir los productos mínimos requería $1,856.91 en áreas rurales y $2,453.34 en urbanas, cifras que evidencian la brecha económica entre regiones. La molida de res, leche pasteurizada y comidas fuera de casa lideraron los aumentos, impactando especialmente a comunidades agrícolas.

El Instituto destacó que, pese a la desaceleración en combustibles (caída del 1.2% en gasolina magna), rubros como educación, cuidados personales y vivienda profundizaron la crisis. Por primera vez, el Inegi asumió la medición de pobreza tras la desaparición del Coneval, integrando análisis multidimensionales con datos en tiempo real.

Esta radiografía socioeconómica subraya un desafío urgente: mientras la tecnología avanza hacia soluciones disruptivas como agricultura vertical o finanzas descentralizadas, millones de mexicanos enfrentan inseguridad alimentaria. Las Líneas de Pobreza, calculadas con el INPC, sirven ahora como termómetro para políticas públicas en la era de la inteligencia artificial y el cambio climático.

¿La meta? Redefinir el bienestar económico en un país donde lo tradicional y lo digital colisionan. Los datos no mienten: la canasta alimentaria ya no es solo un indicador, sino un síntoma de desigualdades sistémicas en la cuarta revolución industrial.