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El maná neoliberal inunda el paraíso de la Cuarta Transformación

El maná capitalista inunda el paraíso transformador mientras los augurios del viejo régimen se desvanecen en el éter.

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El Éxtasis Económico de la Nueva Era

En un espectáculo que hubiera dejado pálido al mismo Midas, la Gran Sacerdotisa del Progreso Irrefutable ha anunciado la llegada del maná capitalista a la tierra prometida de la Cuarta Transformación. Resulta que los dólares herejes, aquellos mismos que el viejo régimen neoliberal adoraba en secreto, ahora caen del cielo como lluvia bendita sobre los altares de la nueva ortodoxia económica.

La mandataria, con la solemnidad de quien anuncia un milagro divino, reveló que 34.265 millones de dólares han cruzado piadosamente la frontera, desafiando aranceles y lógicas terrenales. ¡Vaya paradoja! Los mismos capitales apátridas que antes erosionaban la soberanía nacional ahora son bienvenidos como peregrinos en el nuevo santuario económico.

La Alquimia Transformadora

Lo que los economistas herejes del oscurantismo neoliberal consideraban imposible se ha materializado: los salarios aumentan, la pobreza disminuye y el dinero extranjero llega en cantidades bíblicas. Todo ello sin que aparezca el espectro de la inflación, ese cuco que los viejos dogmáticos usaban para asustar a niños y gobernantes.

El modelo de la 4T ha conseguido lo que ninguna teoría económica había logrado: convertir la mano de obra barata en mano de obra bien pagada que sigue siendo… atractiva para el capital. ¡He aquí la verdadera alquimia moderna! Transformar el plomo de las viejas contradicciones en el oro de las nuevas certezas.

El Funeral de los Viejos Dogmas

En el Palacio Nacional, templo de las nuevas revelaciones, se ha declarado oficialmente muerto el principio fundamental que sostenía que pagar más a los trabajadores espantaba la inversión. Ahora sabemos que era simplemente un mito del oscurantismo, como la creencia en que la Tierra era plana o que los mercados se autorregulaban.

Los mismos capitales internacionales que huían de países con salarios dignos ahora peregrinan hacia México, reconociendo la superioridad moral del nuevo modelo. Porque, como todo el mundo sabe, el capital tiene una sensibilidad especial para detectar proyectos transformadores que benefician a los más humildes.

Así queda demostrado que cuando la gente vive mejor, el país está mejor, y los inversionistas extranjeros, movidos por un repentino espíritu filantrópico, deciden llover sus dólares sobre quien menos lo necesita pero más lo merece.

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