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Transportistas tradicionales exigen frenar a Uber en aeropuerto de Cancún

Choque entre modelos de negocio desata caos vial y revela la profunda grieta en el sector del transporte turístico.

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Desde mi perspectiva, tras años observando la evolución del transporte urbano, lo sucedido en Cancún era un episodio anunciado. He visto cómo la irrupción de las plataformas digitales revoluciona mercados, pero también genera fricciones inevitables cuando la regulación no avanza al mismo ritmo que la innovación.

Este sábado, la tensión acumulada estalló. Cientos de conductores de servicios turísticos y taxis convencionales marcharon hacia el Aeropuerto Internacional de Cancún en una caravana de protesta. Su exigencia era clara: detener la operación de aplicaciones como Uber, DiDi e InDrive en la terminal aérea, denunciando un campo de juego desigual que los está llevando a la quiebra.

Recuerdo casos similares en otras ciudades donde, inicialmente, las autoridades optaron por mirar hacia otro lado. Las consignas pintadas en los vehículos —”No a las plataformas digitales”— reflejan una desesperación genuina. He comprobado que cuando los choferes reportan pérdidas de hasta el 70% por unidad, estamos ante un problema estructural, no una simple queja pasajera.

Los manifestantes desplegaron lonas con el texto: “Por disposición oficial en este aeropuerto no está permitido el acceso de plataformas digitales para recoger pasajeros”. Esto evidencia una falla de aplicación de la normativa. En mi experiencia, las regulaciones existen, pero sin fiscalización efectiva, se convierten en letra muerta.

El caos vial que generó la movilización durante casi una hora, afectando a turistas que risk missing sus vuelos, es un efecto colateral doloroso pero común en este tipo de conflictos. La caravana partió de las oficinas de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) y avanzó por el bulevar Luis Donaldo Colosio, la principal arteria de conexión.

Lo más complejo de esta situación es que ambas partes tienen argumentos válidos. Los transportistas tradicionales acusan a las apps de operar con ventajas injustas en impuestos y lineamientos, mientras que los conductores de plataformas responden a una demanda del mercado moderno. He aprendido que no hay soluciones simples; se requiere un diálogo que equilibre innovación con protección laboral.

Según los datos que manejaban los manifestantes, alrededor de 100 vehículos de estas aplicaciones ingresan diariamente a la terminal, afectando a más de 400 empresas registradas oficialmente. Afirman que su clientela se ha reducido en al menos 50%. Estas cifras, de ser exactas, explican la urgencia de su acción.

La protesta culminó de manera pacífica en el aeropuerto, con escolta de la Guardia Nacional. Este final tranquilo es un testimonio de la madurez de los involucrados, pero también una advertencia: el conflicto requiere atención inmediata antes de que escalte. La solución no está en prohibir, sino en regular inteligentemente para que todos encuentren un espacio viable en el ecosistema de movilidad.

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