Columna Desde La de Banqueta
Checo Pérez: del volante al cajero automático
“Checo Pérez ya no llora………solamente factura”
En el paddock, los motores rugen… pero lo que de verdad truena son las cajas registradoras. La Fórmula 1 se vende como deporte de adrenalina, aunque en el fondo es el mejor infomercial de lujo de la historia moderna: un circo itinerante donde los caballos de fuerza son de marketing y las banderas de cuadros son cheques firmados.
Checo Pérez no solo corre, factura. Su casco es un Times Square portátil: cada sticker es un cheque, cada curva un spot publicitario. Red Bull lo supo desde el día uno: el jalisciense no solo lleva gasolina, lleva a México entero en el tanque. Por eso los patrocinadores nacionales hicieron fila como si regalara tortas ahogadas en Mónaco.
El Gran Premio de México se ha convertido en la pasarela perfecta. Más de mil millones de pesos de derrama, la ilusión de un país organizado y hasta el espejismo de “branding nacional”. Porque aquí no solo ganan escuderías, también las marcas que sueñan con cruzar la meta en millones de hogares. En el Autódromo Hermanos Rodríguez no se aplaude solamente al piloto, se aplaude al logotipo que alcanza el podio.
Y por si fuera poco, llegó Cadillac. La marca gringa que siempre olió a traje ejecutivo y country club decidió subirse al carrusel de la Fórmula 1… y con el eco del nombre de Checo en su órbita, sus acciones pegaron un acelerón que ni DRS abierto. De pronto, Cadillac ya no era sinónimo de auto de jubilado rico en Houston, sino de futuro competitivo contra Ferrari, Mercedes y Red Bull. El simple rumor de que Checo podría vestir ese uniforme fue suficiente para inflar el valor en la bolsa como si fueran neumáticos recién inflados para calificación.
Porque la verdad es simple: donde aparece Checo, aparecen marcas. Donde aparece Checo, aparece audiencia. Y donde aparece Checo, las gráficas de las acciones hacen pit stop… pero en la cima.
Eso sí: ojo con la bandera amarilla. Este boom tiene fecha de caducidad. Mientras Checo siga con casco y Max con récords, el show seguirá rugiendo. Pero el día que falte el héroe local, la grada podría vaciarse más rápido que un tanque en la recta de Monza.
La verdadera pole position no está en la pista, está en el tablero de patrocinios. Y ahí, Checo ya es campeón del mundo… con o sin trofeo en la mano.
Elaborado por :
La sombra desde la banqueta.

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