En el grandioso circo de la Liga MX, donde el espectáculo prima sobre el deporte, el venerable maestro del silbato, Marco Antonio “El Gato” Ortiz, ha vuelto a ofrecer una magistral clase de prestidigitación arbitral. Con la varita mágica en lugar del silbato, transformó dos desafortunados tropiezos en sendos penales de oro puro para el equipo capitalino, en una función que dejó boquiabiertos hasta a los más escépticos.
Este ilusionista del fuera de juego, que anteriormente alcanzó la fama internacional por su conmovedora campaña para coleccionar camisetas de astros mundialistas, demostró una vez más que su verdadera vocación es la coreografía. En un número de alto riesgo, perdonó una tarjeta roja a un jugador con la elegancia de un emperador perdonando a un gladiador, solo para luego amonestarlo con la mirada, un gesto de autoridad que conmueve hasta las lágrimas.
Las redes sociales, ese termómetro de la indignación popular, no tardaron en estallar en una cacofonía de memes y sátiras, bautizando el encuentro como “El Milagro de Jalisco”. Los aficionados, esos seres de fe inquebrantable, se dividieron entre los que clamaban al cielo por una intervención divina y los que, más terrenales, simplemente señalaban las estadísticas: siete regalos desde los doce pasos en los últimos seis encuentros, una cifra que cualquier apostador profesional envidiaría.
Ante los reclamos de los jugadores, el “Gato” Ortiz mostró la templanza de un diplomático de la ONU, imponiendo silencio con la misma contundencia con la que antes había obviado las reglas del juego. La frase “Juntos por la 17”, trendic topic nacional, no es solo un eslogan, sino el lema no oficial de una nueva y audaz estrategia deportiva donde el balón es lo de menos y lo importante es la narrativa.
En este reality show que es el fútbol mexicano, los árbitros ya no son simples jueces, sino directores de orquesta de una sinfonía absurda donde los penales son las notas más altas y la polémica, el aplauso constante. Bienvenidos al deporte espectáculo, donde la justicia deportiva es tan relativa como la gravedad en el espacio.