El gobernador de Oaxaca restituye 1344 plazas a burócratas

El Reverso Inesperado en Oaxaca: ¿Estrategia Política o Reconocimiento de un Error?

En un movimiento que ha dejado atónitos a propios y extraños, la administración del gobernador Salomón Jara Cruz ha ejecutado un giro de 180 grados. Nueve meses después de que el congreso local decretara la terminación de 1344 empleados públicos, el mandatario ha anunciado la restitución total de estas plazas. La pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿Qué motivó este cambio radical de postura?

La narrativa oficial, sostenida con firmeza desde diciembre pasado, se desmoronó en una conferencia de prensa. Jara Cruz justificó los despidos iniciales citando graves irregularidades en las administraciones pasadas, llegando incluso a acusar una red de venta ilegal de plazas que comprometía las finanzas estatales y el sistema de pensiones. ¿Por qué, entonces, reponer ahora a todo el personal desvinculado? ¿Acaso las supuestas irregularidades dejaron de serlo?

Las declaraciones del sindicato de burócratas, que se congratuló con la medida, contrastan con las voces críticas que emergen desde dentro del propio aparato estatal. Distintos grupos de trabajadores, en conversaciones off the record, califican la decisión como desesperada, un intento por aplacar el descontento social de cara al próximo proceso de revocación de mandato. El gobernador, por su parte, ha descalificado estas críticas, tildando a sus voceros de “padrinos” o “coyotes” que lucran con la defensa de derechos laborales.

Este reportaje de investigación revela la compleja red de intereses que subyace en la administración pública oaxaqueña. La restitución de las plazas, más que un acto de justicia laboral, parece ser la pieza final de un complejo tablero de ajedrez político. La conclusión es clara: la lucha por el control del empleo público es, en última instancia, una batalla por el poder y la legitimidad en uno de los estados más emblemáticos de México.