El divino decaimiento de un dios del tenis en la corte de los mortales

En el sagrado circo del tenis global, donde los dioses del olimpo con camisetas de marca bajan ocasionalmente a mezclarse con los mortales, el semidiós Novak Djokovic ofreció otro espectáculo conmovedor de humanidad calculada. Por segundo acto consecutivo en este coliseo neoyorquino, el serbio de 38 eternidades interpretó magistralmente el papel de titán en decadencia, permitiendo incluso que un simple mortal, un Zachary Svajda proveniente de las catacumbas de la clasificación, le arrebatara simbólicamente un set. ¡Qué magnanimidad la de los dioses!

La coreografía fue impecable: primero la lucha fingida, luego la inevitable resurreción, terminando con un 6-7 (5), 6-3, 6-3, 6-1 que mantiene intacto el divino récord de 36-0 en primeras rondas. El guion, escrito en el Monte Olimpo de la ATP, no podía ser más conmovedor. Svajda, el ingenuo mortal de San Diego, incluso confesó su asombro: “Estaba como, ¡guau!”. Qué encantador resulta ver a los plebeyos maravillarse ante los milagros programados.

La verdadera obra maestra teatral llegó en la conferencia de prensa, donde Djokovic, con la modestia que caracteriza a las divinidades deportivas, nos confesó sus tribulaciones existenciales. “No es un problema de motivación”, declaró el atleta multimillonario, mientras ajustaba invisiblemente su corona de 24 grandes títulos. “Es sólo que estoy un poco frustrado con mi juego, y luego paso por cosas internamente que — no quieren saber los detalles”. ¡Por supuesto que no queremos saberlos! Los misterios de los dioses deben permanecer inescrutables para el vulgo.

Mientras tanto, en otras cortes secundarias del circo, los actores secundarios cumplían sus roles asignados. Carlos Alcaraz, el nuevo niño divino que se afeitó la cabeza después de que su hermano estropeara su cabello (¡qué conmovedor drama familiar!), aplastó a su oponente designado. Casper Ruud, el eterno sacrificio ritual cuyo récord de 0-3 en finales de Grand Slam lo convierte en el chivo expiatorio perfecto, fue convenientemente eliminado por un belga desconocido que nunca había ganado un partido importante. Hasta las diosas femeninas Townsend y Ostapenko ofrecieron su drama gratuito junto a la línea lateral, demostrando que incluso en el Olimpo tenístico hay lugar para peleas de patio de colegio.

El espectáculo debe continuar, por supuesto. El próximo acto presenta a Cam Norrie, cuyo récord de 0-6 contra Djokovic garantiza que el guion previsible se mantendrá. Mientras tanto, los fieles seguidores pueden seguir adorando a sus dioses en el Ashe, comprando sus camisetas patrocinadas y creyendo que presencian competición genuina en lugar de un ritual cuidadosamente coreografiado donde hasta el sufrimiento de los dioses está monetizado.

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio