Vingegaard ataca y gana la etapa reina de la Vuelta

La Victoria de un Estratega: Lecciones en la Montaña

En mis años siguiendo el ciclismo de élite, he aprendido que las grandes carreras no se ganan, se conquistan con paciencia y una estrategia impecable. Lo que Jonas Vingegaard demostró este domingo en Valdezcaray fue una lección magistral de timing y lectura de la carrera. Atacar a falta de 11 kilómetros, bajo una lluvia torrencial que enfriaba el asfalto y los ánimos, no es una decisión que se tome desde la teoría; es un movimiento que nace de la experiencia y una confianza inquebrantable en uno mismo.

Recuerdo otras finales en estaciones de esquí, donde la pendiente y los elementos se convierten en el rival principal. Vingegaard, con sus 40 victoria de etapa en Grandes Vueltas, no se inmutó. Cruzó la meta con una fuerza que dejó claro su mensaje: había venido a pelear por la general. Recortar 24 segundos a Tom Pidcock y João Almeida, y dejar al líder, Torstein Træen, a 1:46 minutos, no es solo un dato estadístico. Es un golpe psicológico brutal a solo 37 segundos del maillot rojo, justo antes del descanso.

La elección de ritmo en ese final de categoría uno, tras 195.5 kilómetros de ruta montañosa desde Alfaro, es algo que solo entiendes tras haberlo vivido. Teóricamente, todos saben que hay que dosificar, pero en la práctica, encontrar el momento exacto para abrir el gas separa a los campeones de los simples participantes. Con la ausencia de rivales de la talla de Pogacar y Roglic, la presión sobre Vingegaard era monumental. Y la gestionó con la frialdad de un veterano.

Esta victoria no hace más que consolidar lo que ya intuíamos: estamos ante un corredor completo que sabe sufrir, calcular y, sobre todo, ejecutar cuando más importa. El camino a Madrid el 14 de septiembre se presenta ahora más emocionante que nunca.