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El maíz mexicano enfrenta una paradoja de subsidios y productividad

Un análisis revelador expone la paradoja de los subsidios al maíz: más inversión, mismos resultados. ¿Hay una mejor manera?

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¿Y si el problema del campo mexicano no es la falta de recursos, sino el modelo obsoleto para distribuirlos? La administración de Claudia Sheinbaum ha destinado la mayor parte del apoyo agrícola, especialmente a través de Producción para el Bienestar, al cultivo del maíz. Sin embargo, esta inyección masiva de capital no se ha traducido en ganancias sustanciales de productividad ni en una reducción de las importaciones, revelando una fractura profunda en la estrategia de soberanía alimentaria.

Las cifras del Primer Informe de Gobierno son elocuentes: de más de 1.8 millones de beneficiarios de este programa en el primer semestre de 2025, 1.15 millones (el 62.1% del padrón total) correspondieron al maíz. Imaginen por un momento redirigir ese esfuerzo monumental hacia una revolución agro-tecnológica en lugar de perpetuar un sistema de subsidios directos. El programa, diseñado para agricultores con hasta 20 hectáreas, canalizó 13,903.7 millones de pesos entre enero y junio, de los cuales 8,355.7 millones se absorbieron por el mismo cultivo.

La paradoja se intensifica: el Programa para el Bienestar Integral de los Pueblos Indígenas también muestra una dependencia abrumadora del maíz, que representa el 86% de los cultivos anuales bajo este esquema. Pero aquí está el verdadero desafío: la producción preliminar a junio de 2025 fue de apenas 3.7 millones de toneladas, un mero 15% de las 24.3 millones de toneladas obtenidas en todo el año anterior. Mientras el consumo aparente creció un 4% en los primeros siete meses del año, la producción solo aumentó un 2.3%, ampliando la brecha de dependencia externa.

Este no es un problema de recursos; es un problema de imaginación. ¿Qué pasaría si, en lugar de subsidiar la siembra, subsidiamos la inteligencia? Invertir en agricultura de precisión, bioingeniería para semillas resilientes y sistemas de riego inteligente controlados por IoT podría generar un impacto exponencial. El verdadero bienestar no está en el apoyo directo, sino en la capacidad disruptiva de transformar un grano ancestral en una potencia moderna de autosuficiencia. El maíz puede ser la semilla de una revolución agroindustrial, pero primero debemos estar dispuestos a plantar ideas radicales.

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