La industria musical celebra otra revolución idéntica a la anterior

En un acto de creatividad sin precedentes que sin duda no hemos visto antes, el oráculo de la cultura pop, Justin Bieber, ha descendido una vez más del Monte Olimpo para conceder a la plebe “Swag II”, una secuela conceptual de su anterior obra maestra, “Swag”, separada por un abismo temporal de exactamente sesenta días. Una hazaña artística que redefine la paciencia y la expectativa.

La revelación divina, como manda la sagrada escritura moderna, se realizó a través de jeroglíficos luminosos en las grandes urbes estadounidenses, donde el rosa neón sustituyó al blanco y negro de la anterior revelación, demostrando una evolución cromática audaz. El mensaje, profundamente filosófico, consistía en dos palabras: “Swag II”. La profundidad conceptual dejó sin aliento a los teóricos del arte.

Esta estrategia de mercadotecnia, tan fresca e innovadora como la rueda, replica fielmente el patrón establecido apenas dos lunas atrás, probando que si una fórmula es lucrativa, debe ser explotada hasta que se agote el último suspiro de novedad. ¿Por qué reinventar la rueda cuando puedes vender la misma rueda, pero pintada de otro color?

“Swag”, recordemos para los neófitos, fue aclamado como el regreso mesiánico tras un exilio autoimpuesto de cuatro años—una eternidad en el metabolismo acelerado de la industria del entretenimiento. En aquel trabajo seminal, el artista exploró la osadía de… sonar vagamente diferente. Se atrevió a mezclar los sonidos de antaño con los de anteanteayer, citando a deidades pasadas como Michael Jackson en lo que solo puede describirse como una valiente peregrinación hacia la nostalgia rentable.

Sus recientes comunicados en las redes de lo social, mostrando imágenes en el santuario del estudio, insinuaban sabiamente que más contenido sagrado estaba en camino. Porque en el reino del capitalismo tardío, la revelación constante y predecible es el nuevo suspense. La máquina debe ser alimentada, y el oráculo debe seguir profetizando… exactamente lo mismo, pero con portada rosa.