El circo aéreo de la conectividad y sus promesas voladoras

En un acto de grandilocuencia que hubiera dejado pálido al mismísimo Jonathan Swift, el Reino Autónomo del Aeropuerto de Guadalajara ha sido bendecido con la gracia de cinco nuevas procesiones aéreas, operadas por la sacra orden de los frailes low cost de Volaris, quienes prometen llevar a los feligreses del consumo a los santuarios del turismo y el comercio con la devoción de quien cobra por la hostia.

Los nuevos caminos hacia la redención conectan la capital tapatía con los exóticos dominios de Puebla, Villahermosa, Ixtapa-Zihuatanejo, Durango y, en un arrebato de grandiosidad continental, Bogotá. Así, la compañía, en su infinita misericordia, suma ya 53 peregrinajes desde el ombligo del universo, según su propio evangelio.

El sumo pontífice y gran director de la congregación, Enrique Beltranena Mejicano, presentó ante el pueblo su máquina voladora número 150 —un becerro de oro con alas— y proclamó con solemnidad: “El centro y el ombligo de Volaris está en Guadalajara”. ¡He aquí la revelación! No contento con transformar la industria, el iluminado asegura haber reinventado la conectividad misma, ese concepto sagrado que justifica cualquier recorte de legroom y cualquier tarifa adicional por respirar.

Los números, como en toda buena religión, son abrumadores: el 25% de sus operaciones, más de 90 despegues diarios (casi un milagro por minuto), 28 aeronaves que pernoctan como palomas en el arca, y la asombrosa cifra de más de 80 millones de almas transportadas desde 2006. ¡Alabado sea el que vuela barato y paga por su maleta!

El gobernador en turno, Pablo Lemus Navarro, no podía faltar a la liturgia, bendiciendo el anuncio con la sonrisa de quien ve crecer el PIB en el aire. Mientras, su sumisa sacerdotisa del turismo, Michelle Fridman Hirsch, recitó el mantra oficial: “El 90% de la conectividad internacional del país está aquí”. Y luego, en un alarde de eficiencia cuasi soviética, anunció con orgullo que en sus 276 días de gobierno han inaugurado 27 vuelos. ¡Casi un nuevo destino por cada 10 días! ¿Será que en Jalisco ya no conectan personas, sino cifras?

Así, entre risas, selfies y el zumbido de los reactores, el circo de la conectividad sigue su marcha triunfal. Porque en esta era, lo importante no es a dónde vas, sino poder anunciar que has volado.

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