La ilusión que se desvaneció en el pasto
En este oficio, he visto muchos regresos épicos que cautivan a la afición, pero también he aprendido, a veces de la manera más dura, que el corazón y la nostalgia rara vez ganan partidos. La vuelta de Javier “Chicharito” Hernández y Alan Pulido al Rebaño Sagrado tenía todos los ingredientes de un cuento de hadas: el ídolo que regresa a casa y el goleador campeón. Desde la tribuna, se veía como la solución mágica. Pero aquí, en el terreno de juego, la realidad siempre se impone. La falta de ritmo competitivo tras lesiones complejas y una edad que no perdona han creado una tormenta perfecta de expectativas frustradas. He comprobado que en el fútbol, no se puede construir sobre cimientos de gloria pasada.
Del éxtasis colectivo a la frustración palpable
Recuerdo la energía eléctrica en el Estadio Akron el día de la presentación. Era palpable, un sentimiento de fe renovada. Pero en este deporte, el crédito emocional se agota rápido si no hay resultados. He vivido esta transición demasiadas veces: los mismos aficionados que colgaron banderas gigantes son los que ahora no disimulan su frustración. Chicharito, con apenas 29 partidos disputados de 62 posibles y solo dos goles en cuatro torneos, es el reflejo de una apuesta que, con el diario del lunes, quizás no se evaluó con la frialdad que exige el alto rendimiento. La lesión de rodilla que lo mantuvo inactivo era una señal de alerta que todos, en nuestro afán por creer, decidimos ignorar.
La lección de la cantera: la constancia vence al nombre
Si hay algo que mis años en el mundo del fútbol me han enseñado es que el talento joven y hambriento siempre encontrará su camino. Mientras las figuras luchaban, Armando “Hormiga” González, un canterano de 22 años, emergió silenciosamente como el delantero más rentable del equipo. Su caso no es una sorpresa para quien conoce el vestidor; he visto decenas de jugadores así. No tienen la fama, pero tienen la disciplina, las piernas frescas y algo por demostrar. Con 6 anotaciones en menos minutos de juego, “Hormiga” no es una casualidad. Es la confirmación de una regla no escrita: el trabajo diario y la disponibilidad física son tan valiosos como cualquier currículum.
El espejo de los números: una verdad incómoda
Al final, la tabla no miente. Cuando un mediocampista como Roberto Alvarado anota 15 goles en el mismo lapso que tus delanteros estrella suman 4 entre ambos, hay un problema estructural que va más allá de los individuos. No se trata de crucificar a Chicharito o a Pulido; se trata de entender que un proyecto deportivo no puede depender de jugadores que, por circunstancias físicas, no pueden mantener la regularidad que exige un torneo larguísimo como la Liga MX. La lección que deja esta experiencia es clara: en el fútbol moderno, la planificación a largo plazo y la apuesta por jugadores con proyección deben primar sobre los movimientos mediáticos. El clásico ante América llega en el momento más crudo para evidenciar esta dolorosa, pero necesaria, verdad.