En un acto de audacia que redefine los límites de la iniciativa privada y el reciclaje, una docena de emprendedores metalúrgicos intentó hoy una operación de extracción express en el corazón del sagrado complejo industrial de la Refinería Olmeca. A pesar de que el lugar está custodiado por lo más granado de la Secretaría de Marina —considerado baluarte de seguridad nacional—, estos modernos Prometeos, a bordo de cuatro modernas carretas, burlaron el cerco vigilante con la elegancia de una comedia griega.
Su misión: “liberar” varios kilos de material ferroso que yacía, ocioso y abandonado, en las entrañas del proyecto faraónico. No fue un robo, ¡jamás!; fue un acto de redistribución no autorizada, una externalización logística espontánea para reactivar la economía circular. Lamentablemente, su espíritu de libre mercado chocó con el rígido estatismo de los marinos, quienes, carentes de sentido del humor, interceptaron la caravana justo en el momento de la carga.
La propia institución naval, haciendo gala de su transparencia, salió a confirmar el bochornoso incidente. No solo eso, desveló que este tipo de “visitas de inspección ciudadana” son un divertimento recurrente en las instalaciones estratégicas de Tabasco. Al parecer, la región se ha convertido en una suerte de parque de aventuras para entusiastas de la logística inversa y coleccionistas de chatarra prensada.
Los emprendedores, junto con sus herramientas de trabajo y el “material de muestra”, fueron puestos a disposición de la Fiscalía, donde seguramente se debatirá si son delincuentes o simplemente los más fervientes y literales creyentes en la doctrina de la “autosuficiencia económica”. Este suceso se suma al ya célebre intento de tres sujetos que, el octubre pasado, pretendían “reubicar” 46 mil litros de hidrocarburo en la Terminal Marítima, demostrando que el ingenio para la administración de recursos no conoce fronteras legales.
Una fábula moderna donde el hierro es el nuevo oro, y la seguridad nacional, un mero contratiempo burocrático para el homo economicus en su estado más puro y absurdo.