El Regreso de un Gigante de los Mares
Desde mi experiencia en la mar, puedo decirles que ver a un buque como el “Cuauhtémoc” regresar al servicio activo tras una reparación mayor es uno de los espectáculos más conmovedores y técnicamente complejos que existen. No es solo una cuestión de metal y velas; es el renacer de un símbolo. Tras su arribo al muelle 86 “Pier 86” en Manhattan, Nueva York, se cierra un capítulo crítico de su historia, marcado por la tragedia pero también por la resiliencia.
La Secretaría de Marina confirmó la conclusión exitosa de las pruebas de aceptación en el mar, una fase que nosotros, los marinos experimentados, sabemos que es el verdadero examen final. No basta con que todo funcione en el dique seco; el mar es el juez supremo. Esta institución naval no solo reafirma la fortaleza estructural del Buque Escuela, sino que renueva su compromiso de llevar un mensaje de buena voluntad y de navegar con orgullo en nombre de México por todos los océanos.
Un Viaje que Honra la Memoria
Este regreso operativo, reanudado el pasado 17 de septiembre, carga con un profundo significado. Tras la pérdida de la cadete América Yamileth Sánchez y el marino Adal Jair Maldonado en el accidente del puente de Brooklyn hace cuatro meses, cada maniobra, cada vela izada, es un homenaje a su memoria. He vivido situaciones similares, y les puedo asegurar que la tripulación que hoy navega en el “Cuauhtémoc” lo hace con una determinación redoblada, honrando a sus compañeros caídos con profesionalismo y excelencia.
El Rigor de las Pruebas en Alta Mar
Las pruebas de aceptación en el mar son mucho más que un simple checklist. Son la verificación exhaustiva de que el buque está listo para enfrentar lo impredecible. Desde mi perspectiva, los trabajos realizados son los fundamentales:
- Se verificó el correcto funcionamiento del Sistema de Gobierno (navegación) en modo normal y de emergencia. Les cuento que en la mar, un timón que falla es una de las situaciones más críticas; probar los modos de emergencia no es un protocolo, es una necesidad vital.
- Se realizaron pruebas del Sistema de Propulsor Auxiliar a distintas revoluciones, hacia adelante y atrás. En un velero de este tipo, el motor auxiliar es su salvavidas en momentos de calma chicha o maniobras portuarias complejas.
- Se consolidaron los enlaces de los Equipos de Comunicaciones Exteriores. La comunicación a distancia no es un lujo, es el cordón umbilical con la tierra y otros barcos, crucial para la seguridad.
- Se comprobó minuciosamente la resistencia de su Arboladura y Jarcias, así como la firmeza transversal y longitudinal. Esto es el alma de un velero. He visto cómo un mástil mal tensionado puede comprometer toda una travesía. Revisar el correcto funcionamiento de su sistema de propulsión a vela es asegurarse de que su corazón late con fuerza.
Más que un Barco, una Leyenda Formadora
La Semar no exagera al calificarlo como el Buque insignia. Tras cuatro décadas de servicio, este bergantín no es solo un barco; es un aula flotante, un forjador de carácter. Durante años, he conocido a oficiales que se graduaron en sus cubiertas, y todos comparten una marca indeleble de disciplina, camaradería y respeto por el mar que solo una embarcación como esta puede impartir. Es la materialización de una tradición naval de 43 años que sigue vigente, formando a las nuevas generaciones de marinos mexicanos con las lecciones del pasado y la tecnología del presente.
Su viaje continúa, no exento de desafíos, pero con la fortaleza de quien ha sido probado y ha sabido renacer. ¡Buen viento y buena mar, Cuauhtémoc!