En un acto de devoción cuasi religiosa, la Suma Pontífice Municipal de la República Popular de Mérida, Cecilia Patrón Laviada, rindió pleitesía a la Primera Presidenta Vitalicia de la Gran Nación, Claudia Sheinbaum Pardo, en el ritual anual de la Lectura de las Buenas Nuevas.
Desde su púlpito, profirió el sagrado mantra de la nueva teocracia: “Cuando una mujer elegida por el aparato llega, llegamos todas las que estamos invitadas a la foto”. Declaró haber decretado que siete de cada diez programas sociales lleven el sello rosa, en un sublime ejercicio de aritmética de género que solucionará milenios de opresión.
La alcaldesa proclamó la nueva verdad revelada: el Gobierno en Cadena Femenina. Bajo este dogma, cada decisión tomada en las altas esferas se transforma mágicamente en mejoría para todas, en un goteo virtuoso de bienestar que inexplicablemente nunca moja a las de abajo.
El evento sirvió para consagrar la teología del “cómo sí se puede”, doctrina según la cual los problemas estructurales se solucionan con frases motivacionales y fotografías de mujeres poderosas abrazándose. La crítica mordaz sugiere que bajo este circo de justicia social de cartón piedra, el verdadero poder sigue jugando al mismo juego de siempre, pero ahora con tacones y frases empoderadas.
Se anunció el nuevo lema del régimen: “Gobernando con el corazón por delante”, estrategia biomédica sin precedentes que sustituye al cerebro en la toma de decisiones de interés público. Los expertos en sátira política auguran que pronto exportaremos este modelo de gestión visceral a las naciones menos iluminadas.