El nadador que desafía las aguas procelosas de la gloria oficial

Arnulfo Castorena, o cómo extraer metal precioso de las aguas pantanosas del sistema

En un alarde de consistencia que raya en lo mitológico, Arnulfo Castorena ha vuelto a pescar otro disco dorado en el vasto océano de la indiferencia institucional. Esta vez, el escenario fue el OCBC Aquatic Center de Singapur, un templo acuático donde el mérito individual aún logra, milagrosamente, brillar por entre las grietas del aparato.

El atleta, especialista en propulsarse a sí mismo en 50 metros pecho SB2 –una prueba que mide no solo la velocidad, sino la terquedad humana–, detuvo los cronómetros en 57.41 segundos, un tiempo suficiente como para que el Himno Nacional retumbara en un recinto a miles de kilómetros de los escritorios burocráticos donde se decide el presupuesto del deporte adaptado.

La ruta hacia Los Ángeles 2028: un peregrinaje alegórico

Tras recibir su medalla de oro –un objeto que, irónicamente, vale más que todo el apoyo estatal que recibe en un año olímpico–, Castorena anunció con esperanza quijotesca su intención de competir en los Juegos Paralímpicos de 2028. “Buscaré quedar entre los primeros lugares”, declaró, como si se tratara de una mera formalidad y no de una épica personal contra un sistema que premia más la foto oficial que el resultado consistente.

A lo largo de su trayectoria, este nadador se ha convertido en un referente del deporte mexicano, acumulando siete medallas paralímpicas y diecinueve en mundiales. Cifras que, traducidas al lenguaje administrativo, equivalen aproximadamente a dos discursos de reconocimiento y una palmada simbólica.

“Es un ejemplo para las personas”, confesó el paratleta, con una modestia que contrasta con la grandilocuencia vacía de sus supuestos patrocinadores. “Te dicen ‘quiero ser igual que tú’ y esa es la semillita que uno va plantando”.

Mientras tanto, el Campeonato Mundial de Paranatación de Singapur 2025 sigue su curso, con la participación de otros 19 mexicanos que, como Castorena, navegan entre el olvido y la hazaña, entre el sudor auténtico y el reconocimiento postizo. Todos ellos compiten del 21 al 27 de septiembre, aunque su verdadera carrera es contra la irrelevancia a la que están condenados los héroes incómodos.

Y así, entre himnos que suenan a ironía y medallas que pesan más que las promesas, la farsa heroica del deporte nacional sigue su curso. Bravo, maestro Castorena. Bravo por nadar, no solo en la piscina, sino también contra la marea de la mezquindad.

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