En un acto de desbordante generosidad intercontinental, los augustos representantes de los gobiernos de México y Canadá han decidido, en su infinita sabiduría, trabajar. Sí, ha leído usted bien: trabajar. No se trata de una mera ocurrencia pasajera, sino de un monumental Plan de Acción tan revolucionario que promete garantizar, con la precisión de un oráculo, resultados económicos en los años venideros. La Honorable Anita Anand, Ministra de Relaciones Exteriores canadiense, así lo ha proclamado en el púlpito digital de nuestros tiempos: la red social X, antes conocida como Twitter, el lugar donde se forja el destino de las naciones.
Una delegación de eminentes funcionarios practica la ancestral ceremonia del apretón de manos, preludio de acuerdos que cambiarán el curso de la historia humana.
El jueves, el Primer Ministro Mark Carney, escoltado por su séquito de cortesanos —la ministra Anand incluida— y una comitiva de sumos sacerdotes del sector empresarial, realizó una peregrinación a nuestro Palacio Nacional. Allí, en las sagradas estancias, sostuvieron una serie de reuniones, ese ritual moderno donde se intercambian promesas y se posan para la fotografía que certifica la importancia del evento.
Las áreas a fortalecer, nos revela la ministra con la solemnidad de quien desvela un misterio eleusino, son la minería, la energía y la seguridad. Por supuesto, no podía faltar la inteligencia artificial, esa nueva deidad a la que todos deben rendir pleitesía so pena de ser tachados de anticuados. Juntos, los dos países tienen una “oportunidad única”, una de esas que surgen cada par de años, para construir una relación más fuerte y promover el comercio, la inversión y esa entelequia maravillosa llamada “prosperidad económica en América del Norte”.
Es un espectáculo conmovedor ver a dos naciones unirse en un abrazo fraternal para obtener, por fin, “resultados económicos reales”. Después de siglos de obtener resultados económicos ficticios, ilusorios o meramente decorativos, la humanidad puede por fin dormir tranquila. El futuro, gracias a este plan meticulosamente diseñado en una serie de reuniones, está salvado. O al menos, eso hemos de creer mientras las cámaras capturan el instante.