La caída de un gigante en su propia fortaleza

En mis años cubriendo la Liga MX, he visto equipos entrar en crisis, pero lo que vive Santos Laguna en la Comarca Lagunera tiene un matiz particularmente doloroso. No es solo una mala racha; es la erosión de una identidad. Aquel Territorio Santos Modelo, que durante tantas temporadas fue sinónimo de fortaleza impenetrable y guerreros imbatibles, hoy es un escenario de desolación. La humillante derrota por 1-4 ante el Atlético San Luis es el síntoma más claro de una enfermedad profunda.

He aprendido que en el fútbol existen momentos que definen partidos y, a veces, temporadas. El minuto 11 fue uno de ellos. Cuando Bruno Barticciotto se paró frente al balón desde los once pasos, tuve un presentimiento. No era sobre su calidad, sino sobre la pesada carga que lleva este equipo. Un penal fallado sin potencia ni dirección, estrellado contra el pecho del portero Andrés Sánchez, no es un simple error; es la materialización de la fragilidad mental. En mi experiencia, cuando un equipo en crisis falla una oportunidad tan dorada, el golpe anímico es catastrófico. Uno se desmorona por dentro, y el rival, sintiendo la debilidad, aprovecha para crecer.

El Atlético San Luis, dirigido con astucia por Guillermo Abascal, es justo el tipo de equipo que no perdona. No mostró piedad. Aprendí hace tiempo que los conjuntos bien estructurados huelen el miedo y el conjunto potosino fue un peligro constante para la meta de Carlos Acevedo. A pesar de la abultada diferencia en el marcador, debo destacar la labor del guardameta mexicano. Acevedo evitó una goleada aún más bochornosa con al menos tres intervenciones clave. En medio del naufragio colectivo, su actuación fue un destello de profesionalismo.

El doblete de Joao Pedro (60′ y 73′) y los goles de Juan Manuel Sanabria (37′) y Benjamín Galdames (50′) fueron la demostración de un equipo con confianza y ideas claras. Cada anotación, ya fuera de tiro libre, en jugada colectiva o ante la portería vacía, mostró una superioridad táctica abrumadora. El solitario tanto de Kevin Balanta (63′) fue un consuelo sin significado, un gesto que ni siquiera logró generar un destello de ilusión en una afición que, lo he visto antes y es una señal gravísima, comenzó a abandonar el inmueble mucho antes del pitido final.

Esta tarde redonda para el Atlético San Luis, que lo acerca peligrosamente a la zona del Play-In, hunde aún más a un Santos que parece haber perdido su esencia. La lección que deja esta jornada es cruda: reconstruir la confianza es un trabajo mucho más arduo que diseñar una jugada de estrategia. Requiere volver a lo básico, recuperar el orgullo y, sobre todo, encontrar de nuevo a esos guerreros que antaño hicieron de esta cancha un fortín. La tarea que tiene por delante Francisco Rodríguez es monumental.

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