La democracia se reinventa con la voz de toda la ciudadanía

La Disrupción Democrática: Del Círculo Cerrado a la Plaza Pública Digital

En un giro copernicano que desafía los cánones de la ingeniería política tradicional, Pablo Gómez, al frente de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, no anuncia una simple consulta, sino la siembra de un ecosistema deliberativo de código abierto. ¿Y si la verdadera reforma no estuviera en el contenido de las leyes, sino en el proceso mismo de crearlas?

Este modelo, presentado durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, declara obsoleta la noción de que el diseño institucional es un coto privado de expertos y élites. Gómez desnuda una paradoja histórica: “Nos acostumbraron a que estos temas los trataban exclusivamente los dirigentes políticos y los gobernantes”. La disrupción radica en invertir esa lógica: la inteligencia colectiva, la sabiduría de las multitudes, como el nuevo constituyente.

La convocatoria es una exploración sin límites. No hay cortapisas ideológicas ni dogmas intocables. Se invita a una confrontación de ideas robusta, a un debate donde el disenso es el nutriente principal para generar anteproyectos resilientes. El portal reformaelectoral.gob.mx se convierte así en el ágora del siglo XXI, un laboratorio vivo de democracia directa.

Más allá de la recolección de puntos de vista, este es un experimento de co-creación ciudadana. La Comisión no es un filtro, sino un catalizador para la elaboración de estudios y propuestas desde la base. Las audiencias públicas programadas en los estados y las consultas temáticas sobre el voto en el exterior o los sistemas de usos y costumbres, son los nodos de una red neuronal política que aprende y se adapta.

La meta visionaria es clara: tejer una iniciativa de reforma que no descienda de las alturas, sino que emerja del diálogo nacional, lista para su discusión legislativa en febrero. Esto no es una simple reforma electoral; es un prototipo audaz de cómo se puede gobernar en la era de la hiperconectividad y la desconfianza en las instituciones tradicionales. El verdadero resultado podría no ser una ley perfecta, sino una ciudadanía más hábil en el arte de gobernarse a sí misma.

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