Gusano barrenador detectado cerca de la frontera EU-México

Una alerta sanitaria emitida por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ha revelado un hallazgo que podría reconfigurar el comercio ganadero en Norteamérica: la confirmación del primer caso del gusano barrenador del ganado en el estado de Nuevo León.

¿Cómo llegó este parásito devastador, cuya presencia se creía confinada al sur de México, a una vaca de ocho meses en Sabinas Hidalgo? La investigación periodística indaga en el traslado del animal, un movimiento que expone grietas críticas en los protocolos de vigilancia epidemiológica.

La ubicación es clave para entender la alarma. Sabinas Hidalgo se encuentra a escasos 112 kilómetros de la frontera con Texas, lo que lo convierte en el foco de infestación más próximo al territorio estadounidense jamás registrado. La proximidad a la crucial autopista Monterrey-Laredo, una arteria comercial, convierte la amenaza en inminente.

Declaraciones de la secretaria en funciones, Brooke Rollins, obtenidas por este medio, no dejan lugar a dudas sobre la postura de EU: calificó el evento como “la mayor amenaza para la industria ganadera estadounidense”. Pero, ¿está justificada esta retórica de “prioridad de seguridad nacional“? Documentos internos del USDA consultados sugieren que la frustración con las autoridades mexicanas es profunda.

Rollins fue contundente: “Hemos brindado a México todas las oportunidades y recursos necesarios… No dependeremos de México para defender nuestra industria“. Esta afirmación plantea una pregunta incisiva: ¿Se trata de un verdadero esfuerzo colaborativo o de una imposición unilateral bajo la sombra de la coerción económica?

El cierre fronterizo, ahora en su tercera etapa, ha provocado ya una caída del 73% anual en las exportaciones de becerros mexicanos. Mientras tanto, el USDA avanza con su “plan de cinco ejes“, que incluye una medida de control biológico: el posible envío de más moscas estériles para frenar la reproducción del parásito.

La narrativa oficial presenta una respuesta contundente. Sin embargo, la investigación revela una capa más profunda: el caso de Nuevo León no es un evento aislado, sino el síntoma de un Plan de Acción Conjunto EU-México cuya implementación parece insuficiente. La conclusión es clara: la detección de este gusano no es solo un problema sanitario; es el epicentro de una creciente tensión diplomática y comercial donde la seguridad alimentaria y los intereses económicos chocan, dejando al descubierto la fragilidad de la cooperación binacional frente a una plaga invisible.

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