Reconocer lo Invisible: La Revolución Pendiente del Cuidado
Martha Herrera González, al frente de la Secretaría de Igualdad e Inclusión de Nuevo León, no solo anuncia una iniciativa legal; está desafiando los cimientos de nuestra estructura económica. La propuesta de una “Ley Cuidadoras” es un primer paso audaz para visibilizar lo que el sistema ha mantenido en la sombra: el inmenso trabajo, mayoritariamente femenino, de sostener la vida.
El reconocimiento que recibió del Senado y de la Organización Distrito para las Mujeres en el Mundo no es un mero galardón. Es un síntoma de un cambio de paradigma, un llamado a tejer redes de colaboración que trascienden lo ceremonial para construir una nueva arquitectura social.
De la Paridad Formal a la Igualdad Disruptiva
Si bien los avances en representación política, como la paridad en los tres poderes del estado, son cruciales, Herrera González señala con lucidez la frontera real: la igualdad sustantiva. ¿De qué sirve tener mujeres en cargos de poder si la base económica que sostiene a la sociedad sigue siendo explotada e invisibilizada? El verdadero campo de batalla no está solo en los congresos, sino en la brecha salarial del sector privado y en la desvalorización sistemática del cuidado.
Imaginemos, por un momento, un ecosistema donde el cuidado no sea una carga familiar no remunerada, sino el núcleo de una economía regenerativa. Donde capacitar y profesionalizar a las cuidadoras no sea un gasto, sino la inversión más inteligente en productividad y bienestar social. Este es el pensamiento lateral que se necesita: conectar los puntos entre la justicia de género, la sostenibilidad económica y los derechos humanos.
La Economía del Cuidado: La Infraestructura Crítica del Siglo XXI
La propuesta de crear una “economía del cuidado” es, en esencia, una idea revolucionaria. Plantea un cambio de lógica: entender el cuidado como un derecho universal y como un pilar de la riqueza nacional, tan vital como la energía o las carreteras. Esto implica repensar todo, desde las guarderías hasta el apoyo a adultos mayores y personas con discapacidad, no como servicios asistenciales, sino como los engranajes de una sociedad que valora la vida.
El hecho de que Nuevo León impulse esta agenda a nivel estatal y la cabildee a nivel nacional es una muestra de pensamiento visionario. No se trata de un simple proyecto de ley; es un prototipo para una nueva forma de organización social, donde el bienestar deja de ser un apéndice para convertirse en el centro de la ecuación. El camino es largo, pero la disrupción siempre comienza con una pregunta incómoda: ¿Qué pasaría si valoráramos lo que realmente sostiene nuestro mundo?