Pumas cuestiona el arbitraje tras caída en el Clásico Capitalino

Pumas cuestiona el arbitraje tras caída en el Clásico Capitalino

Una investigación profunda detrás del marcador (4-1) revela un malestar que trasciende la goleada. ¿Fue el rendimiento en el campo o una serie de decisiones arbitrales controvertidas el factor determinante en la humillación de los Pumas ante el América?

La narrativa oficial hablará de una aplastante superioridad de las Águilas. Sin embargo, al escarbar en los testimonios y revisar las imágenes, surge un patrón de eventos que el equipo universitario señala como determinante. La pregunta queda flotando en el ambiente: ¿condicionó el arbitraje el desarrollo del clásico?

Todo comenzó con un destello de esperanza para los Pumas: una anotación de Jorge Ruvalcaba al minuto 34 que adelantó a los universitarios. Pero el partido, y posiblemente la mentalidad del conjunto, daría un vuelco minutos después. Antes del silbatazo del descanso, el estratega Efraín Juárez fue expulsado por el árbitro central César Arturo Ramos Palazuelos. ¿Qué dijo exactamente el técnico para merecer la temprana tarjeta roja? Las cámaras no lo captaron con claridad, dejando un manto de duda.

La segunda parte se convirtió en una pesadilla para el guardameta Keylor Navas, quien recibió cuatro goles en apenas 28 minutos. Pero la gota que derramó el vaso fue la decisión de Ramos Palazuelos de señalar un penal a favor del América en la recta final del encuentro. Una revisión minuciosa de la jugada genera más interrogantes que certezas.

Las declaraciones en la conferencia de prensa pospartido del auxiliar técnico, Luis “Lucho” Pérez, actuaron como una denuncia formal. “El árbitro te va condicionando”, afirmó Pérez, con un escepticismo saludable que invita a preguntarse por la objetividad del silbante. “No sé si hay una tendencia en contra nosotros… son demasiadas veces que ha pasado esto y no se me hace justo”.

Pérez fue más allá, revelando una táctica psicológica que, según su versión, empleó el colegiado: “César Ramos ya quería sacar amarillas sin ellos estar tirados… estuvo advirtiendo constantemente a nuestros jugadores”. Esta acusación sugiere un prejuicio que podría haber alterado la intensidad natural de un clásico.

Más allá del resultado, la investigación revela una fractura más profunda: la percepción de una injusticia sistemática. La conclusión no es solo sobre una derrota deportiva, sino sobre la sombra de la duda que se cierne sobre la imparcialidad arbitral. La pregunta final queda resonando: ¿Están los Pumas frente a un caso de sesgo arbitral recurrente que merece una evaluación exhaustiva por parte de la liga?

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