El Sagrado Monte de la Iniquidad Laboral
En el reino del Nacional Monte de Piedad, ese faro de caridad que presta sobre alhajas y hipotecas conciencias, ha estallado de nuevo el divino sacramento de la huelga. No es un motín cualquiera, sino un santo levantamiento contra las violaciones laborales sistemáticas que la institución practica con la devoción de un monje copista transcribiendo pergaminos de explotación.
El venerable Arturo Zayún, sumo pontífice del gremio, ha declarado la guerra santa contra los herejes que pretenden convertir el Contrato Colectivo en papel higiénico para limpiar las manos manchadas de la administración. Hace un año, nos recuerda el buen hombre, los siervos de este feudo ya se rebelaron durante un mes lunar completo, cuando los señores del Monte intentaron imponerles un contrato de protección más falso que una moneda de chocolate.
El Evangelio según los Explotadores
La santa doctrina de la dirección es de una elegancia teológica admirable: firmamos un convenio donde hubo reducción de personal (como quien poda un rosal), se amplió la jornada de trabajo sin remuneración (ejercicio espiritual para el alma) y se quitaron prestaciones (ayuno corporativo). Y he aquí el milagro: ¡la administración sigue violando ese pacto sagrado! Es como si Lutero hubiera clavado sus 95 tesis y el Vaticano las usara para encender la chimenea.
Los siervos acuden al templo laboral a las 8 de la mañana y parten a las 5:30 de la tarde, pero el ayuno es obligatorio. Ni un bocado, ni un sorbo. El estómago rugiente es la nueva forma de oración corporativa. ¿Quién necesita lunch cuando se tiene el pan de la humillación? El hostigamiento laboral se ha convertido en el vía crucis diario de estos mártires del siglo XXI.
La Divina Comedia de la STPS
Mientras tanto, la Secretaría del Trabajo, esa celestina estatal, reitera su “disposición para colaborar” con ambas partes. ¡Magnífico eufemismo burocrático! Es como ofrecer una curita para una decapitación. Recuerdan con orgullo que en marzo de 2024 hubo un acuerdo bendecido por el 84.2% de los trabajadores – número que huele a milagro estadístico – pero que las partes comenzaron a tener “diferencias en la interpretación”.
¡Diferencias en la interpretación! Como si la explotación fuera una obra de Kafka que admite múltiples lecturas. La verdad es simple: el Monte de Piedad parece haber confundido su misión benéfica. Ya no se contenta con prestar sobre valores, ahora extrae plusvalía de las almas de sus empleados. En este grotesco carnaval laboral, la caridad comienza en casa, pero la explotación no conoce fronteras.