Redefiniendo el Juego Económico: Cuando un Insulto se Convierte en Credencial
En un giro dialéctico que desafía la lógica política convencional, el Secretario de Hacienda, Edgar Abraham Amador Zamora, no se defendió de las acusaciones, sino que las abrazó con una sonrisa estratégica. Al ser tildado de “mal neoliberal” por la oposición, su respuesta no fue un rechazo, sino una aceptación disruptiva: “soy un pésimo neoliberal”. Esta jugada maestra transformó un dardo envenenado en una flor retórica, demostrando un pensamiento lateral que redefine las reglas del debate público.
¿Y si el verdadero progreso económico no consiste en seguir manuales obsoletos, sino en escribir nuevos paradigmas? Amador Zamora propone exactamente eso: un modelo económico con humanismo mexicano como núcleo, desafiando la dicotomía tradicional que enfrenta desarrollo social contra disciplina fiscal. En su visión, esta aparente contradicción es, en realidad, una falsa disyuntiva creada por el pensamiento económico convencional.
Durante su comparecencia ante el Pleno del Senado con motivo del Primer Informe de Gobierno, el responsable de las finanzas públicas delineó una filosofía económica que conecta puntos aparentemente inconexos: rigor presupuestal con inclusión social, estabilidad macroeconómica con protección a los vulnerables. “Hemos mantenido una rigurosa disciplina financiera, demostrando que el desarrollo social es armonioso con finanzas públicas sanas”, declaró, rompiendo el paradigma de gobiernos anteriores que, según su perspectiva, descuidaron a los sectores más desfavorecidos justificándose en una prudencia fiscal a veces inexistente.
La Innovación Política: Convertir Críticas en Credenciales
Cuando la senadora Carolina Viggiano del PRI intentó encasillarlo como un “hombre de izquierda, pero muy conservador y un mal neoliberal”, Amador no cayó en la trampa dialéctica. En lugar de ello, ejecutó lo que en estrategia militar se conoce como jiu-jitsu político: usar la fuerza del oponente contra sí mismo. Su respuesta callada pero contundente logró el respaldo inmediato de la bancada morenista con aplausos resonantes.
Este momento revela una verdad más profunda sobre la innovación en el discurso público: las etiquetas políticas del siglo XX han quedado obsoletas. ¿Qué significa realmente ser “neoliberal” o “conservador” en un contexto donde los problemas requieren soluciones transversales? El secretario no se limitó a rechazar la crítica, sino que cuestionó la validez misma de las categorías utilizadas para describir la realidad económica contemporánea.
Más Allá del Debate Ideológico: Hacia un Nuevo Consenso Económico
Frente a los reclamos del PRI y el PAN, que desplegaron pancartas señalando el incremento de la deuda pública y el estancamiento económico, Amador reiteró una posición que trasciende el tradicional espectro izquierda-derecha: “Nosotros no somos neoliberales, somos muy cuidadosos; tenemos que cuidar el bienestar de los mexicanos”.
Esta postura representa un fascinante experimento de ingeniería social y económica: ¿es posible construir un tercer camino que evite tanto los excesos del fundamentalismo de mercado como las irresponsabilidades fiscales? La respuesta del secretario sugiere que no se trata de elegir entre extremos, sino de sintetizar lo mejor de diferentes enfoques en una nueva fórmula adaptada a las particularidades mexicanas.
En su primera comparecencia como titular de la SHCP, acompañado por su equipo de subsecretarios y autoridades fiscales, Amador demostró que la verdadera innovación en política económica puede comenzar con algo tan simple como redefinir los términos del debate. Al rechazar las categorías heredadas y abrazar lo que otros considerarían debilidades, transformó potenciales puntos vulnerables en elementos de una narrativa coherente y visionaria.
Este episodio parlamentario nos invita a cuestionar: ¿y si el próximo gran avance en economía no vendrá de fórmulas técnicas, sino de nuestra capacidad para repensar fundamentalmente cómo conceptualizamos el progreso, el desarrollo y el bienestar colectivo? La disrupción, parece sugerirnos este episodio, comienza con el lenguaje.