La caída de El Coyote debilita a La Barredora en Tabasco

La Captura de un Operador Clave: Una Lección sobre la Fragilidad del Poder Criminal

En mis años siguiendo la compleja red del crimen organizado en el sureste, he visto cómo las capturas de mandos intermedios, como la de Guadalupe “El Coyote” Luna Hernández, suelen ser más reveladoras que las de los grandes capos. Esta detención, confirmada a través del Registro Nacional, no es solo una noticia más; es un parteaguas. Me recuerda a operativos pasados donde la caída de un brazo armado provocó un efecto dominó, desestabilizando toda la estructura de una organización.

Foto: El Universal.

El reporte del Gabinete de Seguridad federal detalla la aprehensión de este individuo en Villahermosa, Tabasco. El arsenal asegurado—un arma larga, un lanzagranadas, municiones y drogas—es el equipamiento típico de un jefe de plaza, no de un sicario común. Esto nos indica su rol táctico dentro del grupo delictivo. He aprendido que cuando se incauta ese nivel de poder de fuego, estás ante un eslabón crucial en la cadena de mando.

La descripción física—un hombre de estatura media, tez morena y complexión robusta—es casi un arquetipo en estos perfiles. Pero la lección aquí es que su apariencia ordinaria, con ropa casual de playera y sandalias, subraya un principio clave: los mayores operadores a menudo se mueven con una discreción calculada, camuflándose en la cotidianidad para evadir a las autoridades.

Desde mi análisis de la jerarquía de La Barredora, Luna Hernández era el lugarteniente directo de Daniel “Prada” Hernández Montejo. En la práctica, esto significa que era el ejecutor principal, el encargado de convertir las órdenes en acciones violentas. Su captura por una fuerza conjunta que incluyó a la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional, no es coincidencia. Refleja una estrategia probada: para desarticular una organización, primero debes incapacitar su capacidad de violencia.

Lo que la teoría no siempre capta es el vacío de poder que deja un arresto así. “El Coyote” era un pilar en la pugna territorial contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Sin su liderazgo operativo, la facción de La Barredora en la capital tabasqueña se vuelve vulnerable. He sido testigo de cómo estos eventos desencadenan realineamientos internos y represalias, generando olas de inestabilidad que afectan a toda la comunidad.

Esta detención eleva a nueve el número de cabecillas de La Barredora neutralizados. La lista es aleccionadora: desde el fundador, el exsecretario de Seguridad Hernán Bermúdez Requena, hasta su segundo al mando, Ulises “El Mamado” Pinto Madera, quien ahora colabora con la justicia. Esta diversidad de perfiles—desde exfuncionarios hasta testigos protegidos—nos enseña que la naturaleza de estas organizaciones es híbrida y profundamente enquistada en distintos niveles de la sociedad.

La experiencia me ha mostrado que el desmantelamiento de un grupo como La Barredora, dedicado al narcotráfico, la extorsión y el tráfico de migrantes, es un proceso, no un evento. Cada captura, como la de “El Coyote”, proporciona inteligencia crítica y debilita su infraestructura financiera y logística. Sin embargo, el desafío persistente, que he visto repetirse, es la capacidad de estos grupos de regenerar sus mandos, un recordatorio de que la lucha por la seguridad es una carrera de resistencia, no de velocidad.

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio