En mi larga trayectoria observando a figuras públicas, he aprendido que los momentos de mayor vulnerabilidad son también los que mejor revelan el carácter de un líder. La Gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, nos ha ofrecido una lección magistral de autenticidad al despedirse de su esposo, el empresario Víctor Cruz Russek, quien falleció el pasado domingo.
A través de un emotivo video publicado en su cuenta de X, la mandataria compartió un testimonio personal que trasciende lo político. He visto muchos mensajes protocolarios en situaciones similares, pero lo que distingue a este es su raw honesty. Campos dedicó palabras de profundo agradecimiento acompañadas de un archivo visual que capturaba momentos íntimos junto a Cruz Russek.
Sus palabras resonaron con una verdad que solo comprendemos quienes hemos enfrentado pérdidas significativas: “Gracias Víctor por enseñarme a quitar el pie del acelerador y aprender a frenar, porque gracias a ti conocí la aventura de vivir y dejé de sobrevivir. Aprendí que la vida no se mide en logros sino en amor. (…). Hoy mi tren sigue, pero con un asiento vacío”. Esta metáfora del viaje me recordó conversaciones con colegas que han navegado duelos – esa paradoja de continuar avanzando mientras cargamos con ausencias que transforman nuestro camino.
El esposo de la Gobernadora de Chihuahua era contador público por la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), un empresario del sector automotriz y productor ganadero. En mi experiencia, detrás de cada líder fuerte suele haber relaciones que los anclan a lo esencial, y claramente Cruz Russek cumplió ese rol.
La partida se debió al cáncer, una enfermedad que le habían diagnosticado hace algunos meses. Esa línea temporal me hizo reflexionar sobre cómo las batallas médicas reconfiguran nuestras prioridades. “Te voy a extrañar siempre”, concluyó Maru Campos – esas cinco palabras encapsulan una verdad universal sobre el amor que perdura más allá de la muerte. Con información de Paola Gamboa.